Fabián Danubio siente que ya no puede más, que la desesperación le gana la partida.
Exhausto, dice:
“Yo siento que se la tragó la tierra”.
“Si se la tragó la tierra”, le responde el detective de la policía de Buenos Aires a Danubio, “entonces dejó una cicatriz en la tierra. Y yo me voy a meter por esa cicatriz. La voy a encontrar”.
En un momento de angustia y desesperanza como el que vive Danubio, palabras como esas son al mismo tiempo paliativas y necesarias.
Porque significan 'voy a hacer lo que sea necesario'.
Porque significan 'cueste lo que cueste, vamos a encontrar a su hija'.
Formas de volver a casa
El jardín de bronce es una serie dramática producida por HBO que narra la desesperada lucha de un hombre por recuperar a su hija, quien desapareció sin dejar rastro alguno, sin que nadie pueda dar fe de su paradero.
La serie está basada en la novela homónima del escritor argentino Gustavo Malajovich y, de hecho, marca una nueva apertura de HBO a la producción televisiva argentina, 13 años después de la tremenda Epitafios .
Protagonizada por Joaquín Furriel –quien también lleva las riendas en la película El faro de las orcas , producción argentino-española que se estrenó recientemente en Netflix, además de otra docena de producciones en su país–, El jardín de bronce cuenta la espiral descendiente en la que se ve atrapado Fabián Danubio quien, ante la ausencia de respuestas de parte de las autoridades, decide llevar a cabo su propia búsqueda.
Es comprensible: es lo que haría cualquier padre en ausencia de su hija. Es inevitable: la desesperación conduce a la obsesión.
Durante los ocho episodios –cada uno se extiende por una hora– de la primera temporada de la serie, Danubio topará con una serie de personajes que lo acercarán –o al menos harán el intento– al rastro de su hija.
El tiempo, eso sí, apremia.
Como bien lo apunta el propio Danubio ante la ineptitud de la policía, “las primeras 72 horas son esenciales. Si ahí no hay una respuesta del desaparecido o la desaparecida, las probabilidades de que aparezca son muy bajas”.
Segundo round para Argentina
En el 2004, HBO y la productora Pol-Ka tomaron al continente por sorpresa.
Los 13 episodios de la primera temporada de Epitafios fueron una revelación: demostraron que en Latinoamérica había potencial de sobra para producir televisión de primer nivel.
Aunque la segunda temporada de la serie, que se estrenó en el 2009, no tuvo el mismo impacto ni la calidad que la primera, el precedente estaba sentado. Allí, quieto, esperó la oportunidad que hoy es una realidad presta a estrenarse en todo el continente.
Recién el año pasado, Pol-Ka y HBO volvieron a darse la mano para la producción de El jardín de bronce , que la cadena considera “la obra perfecta para celebrar nuestro regreso a la producción en la Argentina”.
“Se trata de un thriller policial que cuenta con todos los elementos de calidad y la naturaleza única que nos distinguen como líderes en historias originales en la industria y en la región”, anunció, a través de un comunicado de prensa, Roberto Ríos, un ejecutivo de HBO Latin America, encargado de Producciones Originales.
“Existe una relación profunda y fundamental entre la toma de riesgos y la creatividad, y HBO siempre se entrega a este compromiso como punto de partida”, dijo, por su parte, Diego Andrasnik, de Pol-Ka Producciones. “Juntos hemos logrado romper barreras y abrir los ojos del mundo a la cliadad del contendido que se produce en América Latina”.
Casi década y media después de que se estrenara la piedra angular de la producción televisiva latinoamericana, el legado de Epitafios sigue palpitante: HBO cuenta con un menú robusto de series de factura latina, lo mismo que Netflix, que cada vez brinda más espacios a producciones de la región.
El turno, ahora, es para El jardín de bronce .
El jardinero
En el 2012, la historia –de ficción– de un padre que busca con desesperación a una hija que parece haberse esfumado de la tierra sacudió a la Argentina.
El país sudamericano, de tradición lectora envidiable, acudió en masa a las librerías y agotó la novela debut de Gustavo Malajovich –guionista de la serie Los simuladores , que se exhibió en el canal Sony durante la segunda mitad de la década pasada–.
La obra jugaba con la idea del crimen perfecto, y presentaba el paisaje urbano –la jungla gris perenne llamada Buenos Aires– como un personaje más, un catalizador del suspenso que tensa cada vez más los hilos entre los personajes.
Ahora, Malajovich espera causar el mismo impacto en la pantalla chica, pues está encargado del guion de El jardín de bronce , que reúne a otros pesos pesados de la producción argentina reciente como Hernán Golfrid y Pablo Fendrik en la dirección.
Carrera contra el tiempo
“Todos los crímenes dejan rastros. Una violación, un robo, un asesinato. Mueve la realidad”, dice el detective al arquitecto Fabián Danubio. “Las cosas están puestas de una manera harmónica y equilibrada. Cuando aparece el crimen, pum, se desarman y hay una alteración. Si vos sos obsesivo, observador, detallista, podés encontrar esa alteración”.
“Yo siento que se la tragó la tierra”, le responde Danubio.
Esa obsesión es la chispa que enciende el fuego de su obsesión; de mantener esa chispa viva, y de abrir los ojos a los detalles que no se observan a simple vista, dependerá que el arquitecto encuentre a su hija. Más importante todavía: que la encuentre viva.
La mesa está servida para que el televidente acompañe a Danubio en la búsqueda más importante de todas.
El rastro de la niña está en los detalles. ¿Podrán encontrarla a tiempo?