¿Usted conocía de la existencia de ver Forjadores , el programa de Canal 15 que ganó esta semana el premio Áncora en la categoría de televisión? Yo tampoco.
Forjadores es uno de tantos programas nacionales producidos por televisoras pequeñas que no aparecen en las ya de por sí excluyentes mediciones de audiencia de Ibope; creaciones emitidas por la banda de UHF y, en algunos casos, por empresas de cable, y con un sello reconocible de televisión pública, sencilla y accesible.
En los 90, casi sin excepción, todos los periodistas que nos formamos en la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva de la Universidad de Costa Rica pasamos por el Canal 15. Ahí dejamos el ombligo, televisivamente hablando, y por eso no deja de ser irónico que muchos le perdamos la pista, con los años, al quehacer de aquella televisora/laboratorio.
Forjadores es un programa laboratorio, casi experimental, que lejos de buscar inventar más bien procura hacer bien algo característico de la televisión “de antaño”: documentar el quehacer humano.
El programa ganador del premio Áncora es sencillo en su premisa, pues deja que sea la gente la que cuente su vida, a partir de sus oficios, de sus ocupaciones, de su modo de ganarse la vida. Todos los trabajos son fascinantes, por ordinarios o comunes que parezcan, y quién mejor que aquellos que los desarrollan para desmenuzar anécdotas.
En Forjadores no hay periodistas ni presentadores robándose el show : la palabra es de los protagonistas. El esfuerzo de producción de esta serie de documentales es mayúsculo –titánico–, dado que su equipo no se limita a registrar las labores urbanas, sino que también produce episodios específicos sobre determinados cantones, muchos de ellos rurales, donde se desarrollan oficios propios de la zona.
Sé que a estas alturas muchos pensarán que la televisión así es aburrida, que le falta adrenalina y que mejor nos vamos a ver The Walking Dead o Friends . Y sí, es cierto, un programa como Forjadores no se hace para entretener en el sentido más lúdico del término. Sin embargo, espacios así existen porque los necesitamos, porque con ellos significamos algo como país.
Tanta el universitario Canal 15 como el estatal Canal 13 tienen décadas de documentar la vida del costarricense, de mostrar nuestro lado “más gente”. Y su fórmula, por invisible que nos parezca, se ha probado con el tiempo, tanto así que hoy las televisoras comerciales ofrecen alternativas como Informe 11: Las Historias y Más que noticias que, con mejores recursos técnicos y económicos, se apegan al mismo manual temático.
Pensemos a futuro, hagamos el ejercicio: en 40 años deberíamos esperar que Forjadores nos diga más de cómo éramos en el 2015 que Combate ; el Verano toreado o Yiyo y Choché.
A Forjadores lo he visto recientemente, vía web, una vez que supe de su existencia debido al premio Áncora. ¿Me entretuvo? Claro, muy por encima de mis prejuicios contra la televisión pública. Ahí le queda la invitación.