Sería a mediados del 2013 cuando oficialmente empecé a sentirme como un excluido social. Mi falta de interés, hasta ese momento, por adentrarme en el culto hacia Game of Thrones me tenía, para ponerlo en tres letras, MFT.
Era un alumno rezagado, lo sabía. Otros, los que sí habían hecho la tarea a tiempo, participaban de conversaciones apasionadas dentro de las cuales yo no podía tomar parte. Que Winterfell, que el enano, que la boda roja, que la batalla del Blackwater, que los aquellos, que los Otros, que el baño de sangre... y uno ahí, detrás del palo.
Hoy, a pocas horas del estreno de la quinta temporada de la serie, puedo sentarme tranquilo frente al tele. Durante el último año tomé lecciones de recuperación y me puse al día. Mañana lunes, con toda propiedad, podré ser parte de la discusión.
Es curioso porque al final de cuentas mi amor tardío con Game of Thrones no fue forzado, sino más bien inevitable. Durante gran parte del 2014 dediqué mis horas de almuerzo a devorar las cinco novelas que a la fecha ha publicado el escritor George R.R. Martin y que sirven de insumo para la magistral serie homónima de HBO.
Dejar aquellos libros de lado fue imposible: la compulsión de seguir leyendo me dominó, se apoderó de mis esperas en la fila del banco, de mis ratos muertos, de mis noches de falta de sueño, de las presas en circunvalación. Supe que había caído sin remedio en la trampa del bonachón de George cuando varias madrugadas me desperté con la urgencia de retomar el libro. Era un completo adicto.
A George lo alcancé, ya leí la última página que ha publicado y como otros millones de fiebres le deseo la mejor salud y una vida larga y próspera, pues el relato está incompleto y el desenlace final de los niños de la familia Stark aún está por revelarse. Conjeturas tenemos todos, pero al final de cuentas solo el bendito/maldito de George sabe lo que sucederá.
Decir que la serie televisiva es una adaptación se quedaría corto, pues de adaptada no tiene nada: es la legítima versión audiovisual mejorada de lo que los lectores ya habían concebido al pasar las páginas. HBO le tomó tanto e gusto a la obra de Martin que terminó por producir su serie más exitosa, lo cual es mucho decir de parte de la misma casa que nos dio a Los Soprano .
Si a estas alturas usted aún no ha hecho el arranque con Game of Thrones , entonces es recomendable que se abstenga de empezar con esta nueva temporada: difícilmente entenderá algo y podría llevarse la mala impresión de que se trata solo de un programa con demasiada sangre y torsos desnudos.
Si quiere tomar mi consejo, deles la oportunidad primero a los libros, que se cuentan entre la mejor literatura de ficción que he tenido entre mis manos. Si logra sobrevivir a las intrigas de los Lannister en papel, le doy por asegurado que el sangrerío en la pantalla chica será más fácil de asimilar.