Por segundo año, Teletica reunió a figuras del espectáculo nacional y las puso a imitar a figuras del espectáculo internacional. Tu cara me suena cerró hace unos días su temporada 2, dejándonos un mejor sabor de boca que su debut. Acá, algunas anotaciones finales sobre los protagonistas de la competencia.
El conductor: Édgar Murillo era el conductor cómico que Teletica estaba buscando. Se le notó mucho más a gusto con el puesto que en la primera edición, y fue parte vital del show ; incluso exploró una faceta de entrevistador que le queda bien. No es cuento: un talk show con Guita podría funcionar.
Los jueces: La incorporación de Alex Costa fue un acierto. Artista versátil, aportó criterio y empatía. Eugenia Fuscaldo es la mamá chineadora, la que reparte besos y bendiciones y todo jurado necesita alguien así. La pieza floja fue Duvalier Quirós, quien se limitó a repetir elogios lacónicos casi que por compromiso, sin meterle el diente al desempeño vocal de los participantes, aunque era el llamado a hacerlo.
Los participantes: En términos generales, todos salieron mucho mejor parados de cómo entraron. Estar en un programa de Teletica da una exposición tremenda, eso es innegable, y muchas figuras han construido sus carreras (o dado un segundo aire) a partir de su paso por algún formato o espacio de La Sabana. Nada raro sería que algunos terminen por vincularse de un modo permanente con la televisora.
Los grandes ganadores son a todas luces Lady Agüero, María Fernanda León y Pepe Arroyo, que pasaron de un relativo anonimato a ser hoy figuras que muchos reconocen en la calle. En el caso de las dos primeras, sus carreras musicales se abren a posibilidades antes impensables. Ambas cuentan con la presencia física, el carisma, la edad y la voz correctas. En cuanto a Pepe, el locutor de radio demostró que también tiene madera televisiva, muy en línea con lo que se acostumbra en las transmisiones de fin de año del 7.
Un caso de estudio es el de Choché Romano: llegó a TCMS precedido de una fama escandalosa y poco valorada más allá del público más juvenil. Sin embargo, en el transcurso de las 17 semanas el comediante y conductor supo ganarse, a punta de carisma, a nuevas audiencias, siendo ahora un favorito de adultos y niños, sin descuidar a la muchachada. Bien jugado.
Jill Paer y Tapón se cuentan entre los veteranos que aprovechan este tipo de programas para reconfirmar por qué han logrado colocarse en el imaginario pop del país. La gente los quiere y respeta, les reconoce como trabajadores a los que nadie les ha regalado nada y esta nueva experiencia les inyecta una saludable actualización mediática. Ojalá veamos más de ellos, pronto.
Eloy Mora y Opo Marín son profesionales consumados en sus campos, pero TCMS no fue el vehículo adecuado para sus talentos. Evidentemente, la música no es lo suyo y a ellos corresponden las dos interpretaciones menos inspiradas de toda la temporada: la del Cangrejo Sebastián para Marín (que lo metieran en ese traje fue una grosería), y la de Gustavo Cerati para Eloy, que lejos de una imitación, más se acercó a una mala parodia.
Los beneficiados: El programa tuvo un componente social de aplauso, repartiendo decenas de millones de colones en distintas organizaciones de ayuda. Vale resaltar que la cobertura que se le dio a dichas causas fue sobria y profesional, sin la música de piano y la explotación de la lástima a la que nos tenían acostumbrados el 7 con los Sueños de Navidad o los rechinados reportajes de “pobrecitos”.