El 29 de enero, la conocida empresaria y exreina de belleza, Marisol Soto, cruzó la meta de su primera media maratón en la ya tradicional competencia de Miami, Florida. Apenas seis meses antes y por primera vez en su vida, Soto decidió empezar a ejercitarse en serio y optó por el ‘running’. En noviembre, se inscribió en la ambiciosa prueba.
Ese domingo, en Miami, Marisol cruzó la meta con su sempiterna sonrisa de entusiasmo. Menos de un mes antes, el 2 de enero, en plena alborada de este 2017, Marisol había tenido que recoger los pedazos de su corazón cuando tuvo que afrontar el repentino fallecimiento de su adorada madre, doña Rosalba Alarcón, tras un corto padecimiento.
Casi cualquiera habría pospuesto la competición. Casi cualquiera se habría abandonado al lógico pesar, al menos por unos meses. Marisol no. Acopió fuerzas desde el momento en que le tocó lidiar con una de las pérdidas más dolorosas que puede sufrir casi cualquier ser humano –la muerte de la mamá– y se convirtió en una efigie de fe, resignación, dignidad e incluso consuelo para quienes llegaban a darle sus condolencias en aquel duro trance.
Junto a su hermano y sus dos jóvenes hijas, además de familiares y amigos íntimos, Marisol despidió a su mamá en un funeral hermoso, un martes de espléndido sol, en medio de globos blancos y con la satisfacción del deber cumplido como hija.
El resto es historia. Le puso mayor ímpetu a sus entrenamientos mientras se daba sus espacios para llorar su pérdida en la intimidad de los suyos.
Ese domingo 29, Marisol Soto cruzó la meta de su primera media maratón acompañada por el fuerzón que le prodigaba el recuerdo y las enseñanzas de la mujer que le dio la vida, la gran dedicada de aquella competencia llena de vida que Soto le dedicó a su mamá de principio a fin. Ni qué decir del momento en el que cruzó la meta.
Esta es parte del relato no contado detrás de lo que se convirtió en noticia de farándula, pues Marisol es sumamente mediática y era de conocimiento público que su belleza se debía más a la genética que a horas de gimnasio. Que empezara a entrenar y se mandara de una vez a semejante prueba en el extranjero, era la noticia. Lo demás, fue puro corazón.
Una cosa lleva a la otra y es así como, en medio de semanas tan frenéticas, Marisol ha dejado ver en sus redes sociales, y con toda naturalidad –como debe ser– que está en una relación formal y seria y que, más importante que las etiquetas, su corazón tiene dueño.
Aunque no se ha referido en público –y posiblemente no lo hará–, es un hecho que Marisol conforma una nueva pareja con Pedro Beirute Jr., gerente general de Procomer.
El respetado empresario y académico siempre se ha destacado por su bajo perfil –lo cual no le ha sido fácil, pues lleva el nombre de su padre, el reconocido abogado de familia y hombre de televisión y farándula, Pedro Beirute, y ambos se han conducido desde el inicio de su relación por ese sendero.
Eso sí, como no hay nada qué ocultar, en redes la pareja sí ha compartido hermosas fotos de ambos en la maratón y más recientemente, juntos con los seis hijos que tienen entre ambos, como una gran familia, vacacionando en ese paraíso que es playa Penca, en Guanacaste.
Los dos son figuras públicas y es prácticamente imposible que su relación pase inadvertida, pero ellos han decidido conservar los detalles privados en su círculo más cercano, lo cual es más que sensato y prudente, siendo ambos quiénes son.
Visto lo visto, a Marisol le enviamos un abrazo solidario por la partida de su mamá; otro de admiración por su valentía y otro de felicitación porque el amor del bueno parece haber llegado a su vida. No se merecen menos, ninguno de los dos.
Bueno y es que Cupido parece estar agarrando un fuerzón que ni les cuento. Que lo diga el talentoso y simpático chef Óscar Castro, quien a juzgar por sus posts anda con un amor de quinceañero que da envidia. Aunque nos tiene medios enchilados porque los efusivos mensajes también pueden estar dirigidos al amor propio, lo cual también es para alegrarse.
Insistimos en el gran acierto que ha sido incluir a Albin Obando, con carta verde para ponerse creativo, por lo visto, en las transmisiones futbolísticas de Repretel. El mero mero de deportes del 6 hace una muy buena mancuerna con Hernán Morales, quien se caracteriza por ser muy juicioso pero, así como se apuntaba al vacilón con el recordadísimo Pilo Obando, ahora le sigue la corriente a Obando, quien no solo va duro y al hueso con sus críticas, si no que a veces sale con unas malucadas ingeniosas que nos matan de risa, sobre todo cuando los camarógrafos enfocan las graderías. Eso sí, siempre todo de buen gusto y caminando al filo de la sutileza, misión por demás difícil en transmisiones en vivo.
Pocas veces se percibe una comunión tan genuina entre un grupo de artistas y su público como la que logran las Pandora y que quedó patente ayer en el concierto que ofrecieron en el Palacio de los Deportes, en Heredia.
El llenazo total que lograron las mexicanas se entiende por muchas razones que van más allá de que la exitosa música plancha que se ha adueñado del escenario musical desde hace ya varios años en el país: ellas siguen siendo unas artistazas que salen de su retiro ocasionalmente para armar sus giras y reencontrarse con aquellos que sencillamente las adoran.
Con Costa Rica, tienen una conexión especial. Lo han dicho muchas veces sin reparo y de verdad que en su presentación de ayer se percibía aquel candor, amor y agradecimiento. Porque sí, ellas cosecharon lo que sembraron y fue hasta conmovedor ver cómo aquel aforo parecía más bien una casa grandota donde las muchachas hacían su show en la sala, mientras departían con la concurrencia, como si los conocieran a todos, como si fuera una fiesta de la buena vecindad.
Ojalá haya Pandora para rato. Tiquicia se las merece, y ellas a Tiquicia. Adorables las Pandora, por todos los costados.