Era el 2008. Una mucama interrumpía, sin querer, la sesión de masturbación, apenas sugerida por el sonido de respiración agitada, de la pomposa y malcriada socialite Blair Waldorf. “Una chica que tiene que tomar el asunto en sus propias manos”, decía la voz omnisciente de Gossip Girl .
Hace ocho años, no hablábamos de ‘virales’ en redes sociales ni considerábamos a la televisión como un formato que pudiera decir cosas importantes sino más bien entretenidas.
Sin embargo, antes de ese capítulo –el octavo de la segunda temporada, por si lo quieren buscar en Netflix–, ¿cuántas mujeres habían expresando egoístamente su sexualidad en la televisión?
El sexo en la televisión por muchos años fue un mecanismo tácito para tener hijos en pantalla. La única explicación biológica para que Samantha y Darrin tuvieran una hija en Hechizada .
A principios del milenio, las mujeres que se asomaban a la pantalla chica eran o deseaban ser madres. Amas de casa amorosas (por ejemplo, Annie Camden en Séptimo Cielo) , profesionales (como lo terminó siendo Miranda Hobbes en Sex and the City ), buenas pero amorosas (Lorelai en Gilmore Girls ) o malas pero graciosas (como la neurótica Lois de Malcolm in the Middle ).
En el presente, las posibilidades de los personajes femeninos y masculinos se han ampliado.
A dramas como Los Soprano , Breaking Bad y, más recientemente, House of Cards , le debemos la masiva aceptación de los antihéroes, protagonistas con valores dudosos pero con metas tan ambiciosas que el público no puede dejar de echarles porras.
De hecho, a diferencia de las mujeres, el hedonismo fue el primer derecho que se ganaron los hombres en la tele (caso más evidente: Los magníficos ). ¿Cómo podían las mujeres alcanzar una igualdad relativa en la balanza?
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Sexo. Tomó cuatro décadas de seriados para que Sex and the City pusiera a cuatro mujeres adultas a hablar de sexo sin eufemismos en la televisión por cable (aunque con desnudez mínima).
En ese momento, la jugada de HBO era revolucionaria. Lo que ofrecía la tele para las mujeres eran telenovelas (especialmente en Latinoamérica) o series para ver en familia (como el drama familiar el Séptimo Cielo o la comedia pronta a revivir en Netflix, Tres por tres ).
Después de que Sex and the City transmitiera su último episodio en el 2004, al canal de cable le tomó ocho años para llenar sus zapatos con la comedia Girls .
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Con más de una década de distancia, ambos programas le hablaron a personas muy distintas.
En Sex... , la escritora Carrie Bradshaw representaba a la mujer trabajadora, un personaje que se volvió recurrente desde la década de 1980 porque había que reflejar el ingreso femenino a puestos de trabajo profesionales.
En Girls , la escritora Hannah Horvath representa a una generación de mujeres que vio Sex and the City , se educó para trabajar en oficinas pero desconocía qué hacer con su vida, especialmente en el ámbito sexual.
¿Por qué el sexo es tan recurrente para contar las vidas de dos generaciones diferentes?
Fácil, porque –pese a que el cine lo había usado varias décadas antes–, la visión de la tele como un instrumento de educación y la censura de los mismos anunciantes convirtieron al sexo en un tema prohibido y, por prohibido, en un tema atractivo para verse.
Después del legado de Sex and the City , parece un sobrentendido que para representar a mujeres auténticas hay que ponerlas teniendo sexo auténtico.
Hemos visto desnudarse a las doctoras de Grey’s Anatomy ; a la madre microempresaria de marihuana de la comedia negra Weeds; a las mujeres de Girls ; a las privadas de libertad de Orange is the New Black y a la detective con superpoderes de Jessica Jones .
Todas ellas, para el bien o para el mal de sus tramas, tomaron el asunto del sexo en sus propias manos. El hedonismo en el sexo fue la plataforma para alcanzar la satisfacción en otras tramas.
Complejidad variada. ¿Qué vino primero? ¿El feminismo o la protagonista “feminista”? Los críticos del medio llevan meses ponderando sobre si la representación femenina está cualitativamente mejor que antes.
Según un estudio que la Universidad de San Diego publicó en setiembre pasado , en la tele del 2014, 40% de los personajes con parlamentos en series de tele, cable y Netflix fueron mujeres.
Es una cifra que no crece desde hace años. Así que si esa representación continúa estancada, al menos vale la pena preguntarse: ¿esas mujeres están diciendo cosas importantes?
Además de una mayoría de mujeres en reality shows , en la ficción tenemos asesinas (por ejemplo, en la segunda temporada de Fargo de FX), millonarias prepotentes (como Cookie Lyon en Empire ), drogadictas disfuncionales (Fionna, la hija mayor y adulto titular de Shameless ), profesionales despiadadas ( How to Get Away with Murder ) y madres solteras que quieren ser escritoras ( Jane the Virgin ).
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Esta variedad es una respuesta. La televisión dejó de ser un medio de información entretenida para dar información interesante y, además, responsiva a los cambios sociales de su entorno.
Si hemos comenzado a hablar más sobre lo que tiene que decir la tele es precisamente porque tenemos más ganas de escucharla.
No es necesario que como televidentes nos identifiquemos personalmente con mujeres tan diferentes; tan solo requiere que reconozcamos como personajes posibles a mujeres que no solamente quieren ser madres o buenas amigas.
Estamos a un 10% de alcanzar una representación cuantitativamente igualitaria en los papeles de la TV, dice el estudio de la Universidad de San Diego. Es un porcentaje que solo es franqueable si, al igual que los hombres, las mujeres fracasan, ambicionan placer y son las protagonistas indiscutibles de sus historias.
El año de tres superheroínas
En el 2015, tres superheroínas compartieron simultáneamente la pantalla chica: Agent Carter (Sony) Supergirl (Warner) y Jessica Jones (Netflix) fueron renovadas para continuar sus segundas temporadas en el 2016. Si la fuerza física es un símbolo masculino, la vulnerabilidad emocional es la contraparte femenina lógica por lo que mostrar a mujeres con habilidades sobrenaturales siempre ha sido un problema para la industria audiovisual.Pese a un buen comienzo, la serie sobre las aventuras de Gatúbela y de Batichica, Birds of Prey (2002), falló en mantener a su audiencia después del segundo capítulo. Esa única historia desanimó muchos otros proyectos similares pues los productores asumieron que el fracaso era por haber puesto a mujeres en un papel que verían audiencias de hombres (que ya estaban viendo Smallville , la serie sobre Superman adolescente). El interés de los fans en el personaje de Peggy Carter en Capitán América (2011) y la creciente crítica por la falta de personajes femeninos en Agents of S.H.I.E.L.D , motivaron a Marvel a desarrollar a la intrépida detective para la pantalla chica y liberarla de su rol secundario. Ese primer experimento motivó a la creación de Jessica Jones para Netflix, en el que se mezclan la mística de súper poderes y la complejidad de un antihéroe.Finalmente, DC Comics, lanzó a Supergirl como su propuesta para responderle al éxito de los cómics de Marvel.Este año, Vixen , una superheroína de DC Comics negra también se integrará a la tendencia de mujeres superpoderosas en tele.
¿Las mujeres son graciosas?
Las primeras mujeres populares en televisión, fueron comediantes: Lucille Ball ( Yo Amo a Lucy ), Carol Burnett ( The Carol Burnett Show ), Mary Tyler Moore ( La chica de la tele , serie que en 1970 fue la primera producción que tuvo una protagonista soltera). Sin embargo, el margen de mujeres comediantes en televisión ha sido estrecho. Ellen DeGeneres tuvo éxito con Ellen durante cuatro años. Tina Fey produjo siete años 30 Rock y Roseanne Barr sostuvo nueve años su serie Roseanne (y tuvo éxito presentando a personajes homosexuales a su audiencia). Aún así, las mismas actrices han admitido abiertamente lo difícil que es competir en una industria ‘de hombres. Tina Fey, por ejemplo, tuvo que llevar su segunda serie Unbreakable Kimmy Schmidt a Netflix cuando la cadena que la apoyaba denegó transmitirla. La serie trata sobre una mujer que supera un grave síndrome de estrés post traumático con una actitud positiva y amigos muy extraños.Amy Schumer ha sido enfática en decir que su programa Inside Amy Schume r no es ni comedia familiar ni comedia para mujeres; sus fans son tan mixtos como otros programas del canal de cable Comedy Central, cuyo público es mayoritariamente masculino y joven.Aunque la comedia continúa siendo una habilidad de competencia entre hombres y mujeres del gremio, en la tele es un área en el que cada día quedan menos dudas que distintos tipos de humor pueden coexistir y disfrutarse.
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