El proceso electoral tuvo un nuevo actor en el último par de semanas: ¿Cómo está la vara? fue un programa transmitido por Canal 9, con la conducción del animador y comediante costarricense Choché –de 26 años–, un rostro ultrareconocido a lo largo y ancho del país.
Tradicionalmente, el humor de Choché ha seguido la línea de otros cómicos locales que basan sus rutinas en ciertas generalidades y trivialidades compartidas con la gran masa, sin profundizar mucho en los temas que tratan y manteniéndose en una zona segura que es premiada con el aplauso de miles.
Fieles a ese estilo, las preguntas y el formato de ¿Cómo está la vara? las elaboraron entre tres productores de Canal 9 y Romano, con el fin de crear un programa “positivo”, que no se enfocara en los “trapos sucios” y que hablara de temáticas propias de la realidad del electorado.
Por eso, los televidentes apreciaron no tener que escuchar los típicos pleitos entre políticos, muy característicos de los debates. La no confrontación le sentó bien al show ; fue un espacio íntimo en el que los candidatos podían explotar algunas de sus virtudes , normalmente opacadas cuando comparten en público con otros colegas.
Pude ver tres de los episodios, así que les comparto un resumen ejecutivo basado en mis anotaciones. Valga aclarar que el cierre de Teleguía coincidió con la transmisión del episodio de Johnny Araya, y que Otto Guevara canceló su participación a última hora, el martes 28 de enero.
En ¿Cómo está la vara? , los candidatos jugaron Chochépolis , una dinámica sobre un tablero similar al de Monopoly, en el que ambos juegan pero con preguntas y temas dirigidos exclusivamente a los candidatos. Las casillas del tablero ponían en el tapete asuntos como transporte público, trabajo y seguro social.
En los tres programas, los candidatos pasaron por la incomodidad de definir términos (y definirse como) pipis o chancletudos , pero ningún candidato alertó acerca del peligro de meter a las personas en grandes sacos como esos, alimentando lo que llamamos preconceptos .
Además, las preguntas de pipi y chancleta siempre llevaban al mismo lugar: una pregunta extra sobre temas relacionados con universidades privadas.
En el apartado de preguntas absurdas y que no tienen absolutamente nada que ver ni con el futuro del país ni con los candidatos, resaltaron dos similares: a Solís, ¿cómo se vestiría si fuera a Cuba en función de presidente? , y a Villalta, ¿qué utilizaría si fuera un día a Ojo de Agua?
En todo caso, ¿Cómo está la vara? tuvo virtudes: fue una bocanada de aire fresco ante el cálido ambiente de la contienda electoral. Además, fue uno de los pocos espacios dirigidos a la juventud que tuvo este proceso. Eso aumentó la probabilidad de que muchos jóvenes apáticos nos interesáramos y aprendiéramos más sobre las opciones que nos impusieron.
Momentos memorables los hubo, y fueron muchos. Como cuando Luis Guillermo Solís bateó y falló la fecha de fundación del ICE , y Choché le reprochó el hecho de que el candidato es historiador. Luego, Choché confesó que la última vez que visitó un hospital de la Caja fue al baño de mujeres porque el de hombres estaba ocupado. Choché se rió; Solís, como una piedra, no se inmutó. ¡Fue un momento dorado!
Rodolfo Piza se enfrentó a momentos complicados, especialmente cuando Choché le dijo que los apellidos Piza Rocafort le sonaban a gente “de plata”. Tras explicar que no es tan ostentoso como parece y que viene de una familia trabajadora, el candidato se rajó con un chiste: “No se confunda: tampoco soy Rockefeller”. Sin embargo, él también puso en aprietos al conductor, quien contó mal las casillas dos veces. “ Sería bueno aprender a contar ”, lo fulminó el candidato.
El episodio con José María Villalta fue más relajado, aunque Choché se jaló preguntas sobre algunas discordancias en el discurso del candidato y su ideología. “¿Es usted rojo?”, le preguntó, incluso, rompiendo con el ritmo no confrontativo que el programa se propuso. Hasta Choché estaba nervioso del rumbo que tomaría la entrevista después de eso, pero Villalta siempre sabe cómo jugar con esa pregunta, así que todo salió normal.
Tuve una epifanía cuando Choché le preguntó a Villalta sobre cuál vestimenta utilizaría al visitar el balneario Ojo de Agua. Las opciones eran: tanga, bóxer, short o mameluco. Me resultó hilarante y estupenda toda la formulación, porque a la larga, la pregunta bien podría ser una metáfora del hoy, de cuando la variedad y pluralidad de voces es tangible tanto en la oferta electoral como en la televisiva, pero las opciones que nos ofrecen –en ambos casos– se nos quedan cortas .