Existen crímenes de crímenes. Pero, para que HBO haya decidido narrar las circunstancias que rodearon el pueblerino asesinato de Jennifer Hawke-Petite y sus dos hijas adolescentes –Haley, de 17 y Michaela, de 11–, es porque todo fue tan irracional que es difícil creer que algo así pudo suceder.
“Si lo mides a nivel de entrañas, lo que ocurrió simplemente te apaga el cerebro, es impensable”, dijo el exfiscal David Heilbroner, quien codirigió el documental de HBO junto con Kate Davis.
Los hechos se remontan al 23 de julio del 2007. La familia Petit, integrada por los esposos William y Jennifer y sus dos hijas, fueron víctimas de lo que en principio para las autoridades pareció ser una invasión de casa con fines de robo, pero que terminó con un triple crimen a manos de Steven Hayes y Joshua Komisarjevsky, ladrones profesionales que nunca habían matado antes.
A lo largo de la investigación de los hechos, no son pocos los que han realizado una analogía con el tristemente famoso caso reseñado en la hoy mítica obra de la literatura A sangre fría , del célebre Truman Capote, que narra el brutal asesinato de una familia rural en Kansas, en el año 1959.
Porque tanto un caso como el otro, representan una seguidilla de demencia, de algo que no se planeó como ocurrió pero que igual terminó con una pesadilla de horror para una legión de inocentes –víctimas, familiares y allegados–, y con un litigio que puso a las puertas de la muerte a dos delincuentes de poca monta que, en cuestión de horas, se convirtieron en los asesinos más odiados de toda una nación.
La tortura que vivieron las víctimas, incluido el sobreviviente, el Dr. William Petit, y su familia, se tornan imperdonables para muchos.
Tras invadir la vivienda de clase media acomodada en la que una familia bien llevaba una vida apacible, llena de normalidad y sueños, los ladrones inmovilizaron a los rehenes y llevaron a Jennifer, la esposa, a un cajero automático. Ahí, bajo la amenaza de que sus seres queridos serían asesinados, le exigieron retirar $15 mil en efectivo.
El cometido de los ladrones parecía haber sido satisfecho, pero algo pasó por su alianza perturbada y sus mentes se desquiciaron: pocas horas más tarde, Jennifer y sus hijas habían muerto por asfixia; antes, la madre había sido violada y la hija menor, abusada sexualmente. Entretanto William Petit, quien fue golpeado, amarrado en el sótano y dado por muerto por parte de los perpetradores, logró escapar y, mientras buscaba auxilio en la casa de un vecino, se decantó el incendio.
La premisa de la gigante cadena y el documental en cuestión intenta responder a la interrogante ¿cómo la hermosa vida de una familia maravillosa, que el día antes hacía compras en el supermercado, solo 24 horas después era víctima de semejante masacre?
En el confuso proceso penal que siguió después, Komisarjevsky, de quien se presume es pederastra en el documental, se interesó en Jennifer y Michaela cuando las vio haciendo compras en el supermercado. Se supone que partió del hecho de que eran de una familia adinerada, las siguió e hizo planes con Hayes para robar el lugar.
Los delincuentes se declararon culpables a cambio de prisión de por vida, pero no condena de muerte.
Sin embargo, la fiscalía se empeñó en pedir la pena capital y el destino de los asesinos terminó ensarzado en una batalla legal con tintes incluso políticos.
El documental, para muchos, deja muchas preguntas sin respuesta... quizá porque estas parecen no existir. ¿En qué momento el robo se convirtió en un sádico asesinato? ¿Por qué Jennifer hizo expeditamente el retiro de los $15 mil en el banco, cuando pudo haber simulado algún retraso y eso habría facilitado la llegada de la policía, que ya había sido alertada? ¿Dónde estuvieron los agentes mientras los criminales vejaban a las mujeres, antes de incendiar la casa?
Justamente, la cinta se enfoca en analizar el sufrimiento tanto de las víctimas, como de las familias de los perpetradores... un terrible efecto dominó que no parece tener origen ni final, un absurdo que arruinó las vidas de muchos y que este documental intenta narrar, aunque, difícilmente, descifrar.