Caminando por el centro de San José hace unos días, una amiga encontró un Pidgey en media calle, frente al hotel Balmoral. De camino, habíamos visto una PokéStop en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y ella había logrado capturar otro Pokémon, un Doduo. Me resulta natural hablar así porque crecí con Pokémon; jamás esperé que amenazara con cambiar el mundo otra vez 20 años después.
CONTEXTO: Pokémon Go: El juego que cambió el mundo
Pokémon Go , el juego para teléfonos móviles que consiste en “atrapar” pequeñas criaturas digitales con el celular, debutó hace una semana y ya es el tema más discutido en el mundo. Está en todas partes y, si lo duda, asómese a las pantallas ajenas durante su próximo viaje en bus.
Aunque la reacción sencilla es desestimar el fenómeno como otra locura momentánea de Internet, el éxito desmesurado e imprevisto del juego, su velocísima implementación en más aparatos que la app de Twitter, y la forma en la que se ha convertido en una discusión cultural tan amplia apuntan a la llegada de un mundo nuevo.
Al menos eso es lo que, por años, han soñado tecnólogos de todos los campos, de la publicidad al videojuego, de las ventas en línea a los medios de comunicación. La realidad aumentada , que consiste en superponer imágenes digitales sobre el mundo material, ha sido una idea muchas veces anunciada, muchas veces fracasada. Hasta Pokémon Go, ninguna aplicación de esta tecnología había tenido la popularidad ni la sofisticación del juego de Niantic. Incluso, si el fenómeno se desinfla pronto, ha hecho viable este modelo.
Un gran aporte de la ciencia ficción es que, al mostrar los extremos lógicos de la tecnología del presente, nos acostumbra a ella –y sus riesgos– antes de que llegue al mercado.
Por años, prueba tras prueba de realidad aumentada en el ámbito educativo, en el médico y en el comercial han fallado en atraer usuarios. Pikachu lo hizo en una semana.
La miniaturización e invisibilización de la conexión digital hacen finalmente un mundo virtual que redefine el mundo físico: es un tema filosófico, político y económico. ¿Qué implica que el paisaje urbano sea redibujado por una base de datos concentrada en una sola empresa? ¿Qué pasará cuando dos o más juegos de bases de datos de “realidades aumentadas” se traslapen? ¿Qué es la propiedad cuando poseemos solamente el acceso a ciertos datos, marcas virtuales en un mundo físico?
Así como el desarrollo de la aviación obligó a definir el concepto de “espacio aéreo”, la realidad aumentada al estilo de Pokémon Go, que coloca puntos de interés para el jugador (o usuario) en espacios públicos –o privados, por error–, obligará a legislar sobre el “espacio virtual”. Si ponen una valla publicitaria en el jardín de mi casa, cobro a la empresa. ¿Podría hacer lo mismo si colocan un Gimnasio Pokémon?
Los videojuegos son la más innovadora e influyente industria de entretenimiento del mundo. Desde mediados de los años 80, y especialmente en los últimos 15 años, los juegos han empujado cambios culturales, económicos y sociales. Lo que la ciencia ficción pronosticó, ellos realizaron. Lo que ellos inventan, nosotros vivimos en el mundo así llamado “real”.
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