¿Meriendamachos o devoraviejas? Su calidad artística era indiscutible, pues descendía de una familia actoral del siglo XVIII, pero los psicólogos de cafetín discutían sobre sus apetitos carnales: ¿Ostras o caracoles?
Es falso que se abrió paso en Hollywood como Clark Gable o Errol Flynn, que vendieron sus favores en las frías noches de Nueva York. Peor aún, que él y César Romero, reconocido muerdealmohadas del gremio farandulero, eran amigos con derechos.
La barra machista aullaba a su favor, porque circuló el rumor de que la noche anterior a su muerte sostuvo una maratón erótica con Gina Lollobrígida, su coestrella en Salomón y la Reina de Saba , una superproducción épica dirigida por King Vidor sobre la vida del monarca bíblico y la mítica reina africana, del siglo IX a.C.
Siempre hay que tener cuidado con lo que pedimos, se nos puede conceder. Tyrone Power quiso morir como su padre, sobre las tablas, y los dioses de Hollywood lo escucharon, el 15 de noviembre de 1958.
En plena filmación de aquélla película una descarga serpenteó por su pecho y le sacudió el brazo izquierdo. Detuvo el duelo de espadas que sostenía con su rival y se marchó a su camerino; ahí cayó desmadejado.
Ya tenía varios días de andar malhumorado y fatigado; peleaba con el director y el equipo de reparto. Meses antes le diagnosticaron una arritmia cardíaca; él quería terminar la cinta, pero esta acabó con él.
Los padres de Ty –como le decían sus amigotes– eran unos destacados actores irlandeses, que lo trajeron a este planeta el 5 de mayo de 1914, para ser exactos en Ohio, Estados Unidos.
El progenitor, de igual nombre, nunca tuvo tiempo para el niño ni para su hermanita Anne; por eso, la madre –Patya– le envió el divorcio por correo y esto marcó de tristeza la vida de la futura estrella.
Como admiraba tanto a su papá decidió copiarlo y se matriculó en la Escuela de Arte Dramático de Nueva York, donde pasó su adolescencia y demostró su valía en los teatros de Broadway.
Al cabo de varios años, el progenitor regresó y actuaron juntos en varias piezas; en una de ellas – The Miracle Man – cayó fulminado a los pies de su hijo. Amaba y admiraba a su padre y gracias a sus buenas conexiones se le abrieron todas las puertas del cine.
Bien parecido, dulce y de suaves maneras, Power fue la respuesta de la Fox al más temido de sus rivales, Errol Flynn, el astro de la Warner Brothers.
Protagonizó una docena de cintas de época, en papeles dramáticos y románticos, cargados de sensibilidad y calidez. Brilló en Tierra de audaces , El signo del zorro , Sangre y arena , La rosa negra y Testigo de cargo .
La muerte de Ty no atrasó la filmación; nada es capaz de paralizar a la fábrica de sueños y una semana después le asignaron su papel a Yul Brynner y acabó el filme. A este le habían ofrecido el rol, pero lo rechazó porque estaba ocupado con Los Diez Mandamientos.
El cisne negro
Como güelfos y gibelinos, los biógrafos se dividieron en torno a los apetitos sexuales de Ty. Un tal Héctor Arce publicó La vida secreta de Tyrone Power, donde reveló los amores cabríos del actor con Gore Vidal, Errol Flynn, Marlon Brando, James Dean, Lana Turner, Ava Gardner y Anita Ekberg, si bien “prefería a los hombres”.
Esos cotilleos contrastan con las edulcoradas memorias de su hija Romina, Buscando a mi padre , que destacó el embrujo que Power causaba en las mujeres.
A los 24 años, el actor se casó con Suzanne Charpentier, una actriz de segunda y amiga íntima de Marlene Dietrich, sin que por eso ella perteneciera al Círculo de Costura, la telaraña de lesbianas y bisexuales que montaron las actrices más relevantes de Hollywood, entre 1920 y 1950.
Fue un “matrimonio de la mano izquierda”; ella vivió a la sombra de la estrella y él, dedicado a su carrera. Se soportaron diez años.
Se emparejó con Linda Christian, madre de Romina y Taryn. Christian era una beldad con una motosierra en lugar de lengua; fue ella la que se encargó de contarle a medio Hollywood la “peculiar” amistad de su marido con César Romero, el soltero de oro.
Vivieron seis años y al final Linda se llevó a las niñas a Italia y Francia, con el pretexto de darles una educación de alcurnia, pero en realidad era para alejarlas del padre.
Parece que Tyrone no podía vivir solo y en 1958 se casó con Deborah Minardos; la muerte los separó al cabo de seis meses, pero tuvo tiempo de preñarla y en febrero del año siguiente nació su retoño Tyrone Jr.
La boda con Linda y Deborah fue impuesta por una cláusula en su millonario contrato con la Fox, lo cual alentó los rumores malsanos y viperinos sobre sus entresijos emocionales.
Ninguna de esas esposas fue óbice para que Power probara el zacate del vecino y sostuvo amoríos con Sonja Henie –actriz y patinadora–; Judy Garland lo amó como una criada y Lana Turner, especialista en hombres y maridos, lo recordó como uno de sus amantes más conspicuos.
En el interin entre el divorcio con Linda y la boda con Deborah estuvo ligado a la sueca Mai Zetterling y, según los lengualargas de la prensa, en 1938 embarazó a una corista y gastó una fortuna para localizar –sin éxito– a su presunto hijo.
Acorralado por hombres y mujeres, Tyrone Power vivió como en el Sueño de una noche de verano , escuchó el canto de las hadas y el susurro de los elfos; y como Puck, fue un pícaro y bellaco duendecillo.