Lo apodan el “Puercoespín”. Gordo, chiquitillo, barrigudo, bigotudo, con unas mechas que otrora fueron melena salvaje, peludo y con aspecto de Cro-magnon.
Habría que hacer un esfuerzo de imaginación para creer que ese remedo de hombre es el plusmarquista del cine porno, con más de 1.900 películas –no a cuestas– sino entre sus piernas. Y es que justo ahí reside su gracia: ¡una descomunal arma de destrucción masiva!
Tal vez los lectores habrán visto la imagen del bebé que se chupa el dedo gordo del pie. Eso mismo, pero con su falo rocambolesco, fue lo que hizo famoso a Ron Jeremy Hyatt en la cinta Inside Seka , que en 1981 fue el pistoletazo de salida para su maratónica carrera artística en la industria del sexo.
Hoy, con 63 años, doblegado por la presión arterial, abotagado por el sobrepeso y a punto de morir a causa de un aneurisma cardíaco, a duras penas puede agacharse y amarrarse los zapatos.
Nada de eso amilana a Jeremy, acostumbrado a coger el toro por los cuernos. Desea impulsar en Estados Unidos un programa escolar para fomentar la sana nutrición.
En el 2013 a este ícono pop casi se le para el corazón y fue sometido a dos cirugías debido a una disección aórtica, que ocurre cuando se desgarra la pared de la arteria principal que saca la sangre del corazón.
“Quiero promover que te revises la maldita presión” dijo el porno star y filmó Ron Jeremy: Life after the buffet .
La vida de Ron afrontó esos recovecos inesperados del destino. Desde niño soñó con ser actor, pero acabó como profesor de educación.
En su autobiografía, The hardest man in showbiz , relató que él nunca quiso hacer carrera en el mundo del cine para adultos, fue su novia la que lo introdujo en ese ambiente, tras verificar, “tete-a-tete”, aquel músculo amatorio.
Sería injusto atribuirle todo el mérito al majestuoso apéndice viril; antes de posar desnudo o saciar a hordas de lujurientas actrices, estudió teatro en la Universidad de Nueva York, con la peregrina esperanza de ver su nombre titilar en el firmamento de Hollywood.
Con los años Ron eclipsó a luminarias como John Holmes, célebre por su ciclópea masculinidad; hizo polvo a Rocco Siffredi y sustituyó al inolvidable Harry Reems. También actuó en filmes más familiares, como Los Cazafantasmas y fue consultor de lujo en Nueve semanas y media y en Boogie Nigths .
Vida surrealista
En sus días de plenitud erótica circuló el chiste de que había tres actos sexuales no habituales en la industria porno: bestialidad, sadomasoquismo y sexo con Ron.
El hijo de Arnold, médico, y Rose, editora de libros, lanzó su primer vagido en Queens, Nueva York, el 12 de marzo de 1953; los chismosos del barrio aseguraban que un tío tuvo nexos con el famoso rufián, Bugsy Siegel, fundador de los casinos en Las Vegas.
Ron fue un buen estudiante y compartió pupitre en el colegio con George Tenet, futuro director de la Central de Inteligencia Americana (CIA).
En su juventud fue un histriónico empeñado en llamar la atención de los demás; en pequeñas obras teatrales mostró su talento para la comedia.
Como ser actor era el camino directo a la miseria extrema, sus padres lo convencieron de seguir una carrera “más seria”. Acató el consejo paterno y obtuvo una maestría en Educación Especial y otra en teatro.
Durante un par de años impartió lecciones y un día, hastiado, decidió probar suerte como actor en obras experimentales.
La suerte le sonrió de la manera menos esperada; su novia Alison observó aquella cosotota y le remitió una foto a la revista PlayGirl , que la publicó en la edición de octubre de 1978.
El impacto fue similar a una detonación atómica y Ron recibió decenas de lubriosas ofertas. Cegados por el deseo, sus fans confundieron las iniciales R. Hyatt con las de su abuelita Rose Hyatt, y la venerable anciana tuvo que soportar andanadas de procaces llamadas.
Eso colmó la paciencia de sus padres quienes no se opusieron a la peculiar carrera de su retoño, pero le exigieron cambiar de nombre y por eso adoptó el de Ron Jeremy.
En su primer rodaje, Tigresses and other man-eaters , aprendió que en las cintas porno los hombres solo son accesorios eyaculatorios y debía aguantar “in extremis”.
El novato llegó a una casita neoyorquina, silenciosa por fuera, pero por dentro era un hervidero de mujeres y hombres empelotados, luces, técnicos y un corre-corre infernal.
La cinta era un mercado de carne humana y Jeremy, sin saberlo, tuvo de pareja a la veterana Samantha Fox, que lo devoró en un tris. Una jovencita se encargó de reanimar su herramienta y a como pudo terminó su exiguo papel. Cuando fue a ver la película comprobó que no aparecía en los créditos y solo se apreciaba su imponente órgano, como un ariete medieval.
Fue con Fascination que al fin el público apreció su característico bigote y Ron la consideró su debut, donde compartió cama con Verónica Hart, otro mito viviente. Su ópera prima fue Sizzle , que le abrió la Meca del Cine pues el monopolio de esa industria lo tenían los capos de Los Ángeles.
El resto es historia. Filmó cientos de películas, ganó mucho dinero pero no lo despilfarró y adquirió fama de cicatero, al punto de que cuando viaja lleva sus chécheres en bolsas para basura.
A las tres tentaciones del hombre: el mundo, el diablo y la carne, añádale la cuarta: Ron Jeremy.