Una cuchara de arroz al día. Con eso sobrevivió a cuatro años de torturas y esclavitud en un campo de exterminio comunista en Camboya, pero murió de dos tiros –a bocajarro– a la salida de su casa en Los Ángeles, California.
El largo brazo de Pol Pot, genocida líder de los Jemeres Rojos, lo alcanzó la noche del 25 de febrero de 1996 bajo la forma de unos pandilleros que simularon un asalto, para encubrir su ejecución.
Más que una víctima de Pot, el médico Haing Ngor fue un daño colateral de la geopolítica mundial entre Estados Unidos y China, por el control del sudeste asiático. En el mundo, cuando los dioses estornudan los mortales se resfrían, o mejor: ¡mueren!
Eliminar a un disidente no le molestaba al dictador rojo, por algo liquidó a casi dos millones de personas: unas por hambre, otras por epidemias, gran parte en las mazmorras y el resto ejecutadas.
Lo que traía de vuelta y media al déspota era la campaña internacional que montó el doctor Ngor, para denunciar al régimen de Kampuchea Democrática, pomposo nombre endosado por los comunistas a Camboya.
Para peores Haing ganó, en 1985, el Óscar al mejor actor de reparto por su papel del fotógrafo profesional Dith Pran, en la película Los gritos del silencio , basada en la estrecha relación entre este y un corresponsal del New York Times , durante la Guerra de Vietnam.
El periodista Sydney H. Schanberg, conoció a Pran y el contacto pasó a una amistad; ambos quedaron separados cuando los Jemeres Rojos se apoderaron de la capital Phnom Penh, en 1975.
La nación se convirtió en un campo de exterminio contra quien tuviera un mínimo de educación; el régimen instauró un nuevo orden llamado Año Cero y retrocedió el país a la edad de piedra.
Como personajes de la obra de Plutarco, Vidas paralelas , los destinos de Pran y Ngor se cruzaron en el peor lugar del mundo: la guerra de Vietnam.
En el filme, Haing interpretó a Dith, porque todas las desgracias que ahí se narran le ocurrieron a él y por lo menos al doble. Fue como contar su vida por medio de la de otro.
Ambos perdieron a la mitad de su familia, por hambre o asesinados. Fueron condenados a trabajos forzados y al final escaparon a Tailandia; de ahí emigraron a Estados Unidos, donde se conocieron en un set de Hollywood previo a la filmación de la cinta.
Para evitar el olvido de la matanza fundaron dos organizaciones de socorro a los sobrevivientes: The Dith Pran Holocaust Awareness Project y la Haing S. Ngor Foundation.
El pequeño y humilde Dr. Ngor aprovechó las luces de Hollywood para recaudar fondos y construir clínicas, hospicios y centros de acogida a los miles de refugiados, desplazados por la mano de hierro de Pot. Esto sacó de las casillas al dictador asiático.
Odisea infernal
Duras, pero nunca maduras, así las vio y se las deseó Ngor. Perseguido, cazado, torturado, liberado, capturado una vez y otra vez, asesinaron a sus familiares, comió raíces y ratas crudas para sobrevivir a cuatro años en las prisiones camboyanas.
Sanrong Young fue el lugar menos indicado para que Haing atisbara la luz el 22 de marzo de 1940. Joven, rico y casado, fue ginecólogo, cirujano y oficial médico del ejército, hasta que en 1975 los jemeres rojos se apoderaron de Camboya, sin que nadie moviera una pestaña para evitarlo.
Aunque su profesión suponía una condena a muerte directa, el Dr. Ngor no huyó; de vez en cuando atendió a escondidas algunos pacientes y se ganó la vida como taxista.
“Ese es uno de los trabajos más pacíficos de mi país. No estás con el partido del Gobierno ni con el de los homicidas. Los jemeres rojos los conocían bien y por eso no los asesinaban inmediatamente”, explicó Haing.
La suerte le cambió y lo atraparon tres veces; en una de esas lo crucificaron y quemaron sus pies en una hoguera durante varios días. Para evitar las cortesías comunistas escapó de la capital, convertida en una prisión, y comenzó su descenso al infierno.
Con su esposa, My-Huoy, pasó de un campo de exterminio a otro, sin revelar su condición de médico.
Pagó muy caro el silencio. Su mujer quedó embarazada y solo una cesárea podía salvarla a ella y al bebé. Calló y My-Houy murió. Para que no olvidara la hospitalidad comunista, le cortaron el meñique de su mano derecha y le rajaron el tobillo con un hacha.
Cuando los vietnamitas invadieron Camboya, en 1979, y derrocaron a Pol Pot, el Dr. Ngor escapó a Tailandia; de ahí viajó a Estados Unidos sin nada de valor, salvo una medallita con la foto de su mujer.
Un día asistió con su sobrina a una boda camboyana y, por su fuerte aspecto “chino”, un productor le propuso actuar en una cinta basada en el libro Vida y muerte de Dith Pran , con que el periodista Schanberg ganó el Premio Pulitzer en 1976.
Sin saber ni jota de actuación, Haing se interpretó a sí mismo en Los gritos del silencio y, con eso, consiguió contratos para otros filmes: Vietnam , El puente del dragón y Hit me .
Siempre hay que desconfiar de los regalos de los dioses. El 26 de febrero de 1996, tres pandilleros de los Oriental Lazy Boys , dedicados a robar carteras y joyas, lo tirotearon.
Juzgados y condenados confesaron que asesinaron a Haing Ngor porque, pese a entregarles un reloj Rolex de oro, se negó a soltar una insignificante medalla que llevaba en el cuello.