Todos pasamos por la adolescencia. Todos sufrimos la incomodidad de un cuerpo que crece cómo le da la gana pero nunca como uno quiere, la presión de estar bien con los padres y con los amigos, la constante frustración de querer ser tratado como un adulto pero mimado como un niño.
Quizás por esa universalidad de la adolescencia es que Degrassi ha sobrevivido desde 1979. Cierto, las épocas han cambiado –ahora en lugar de pasar notas en un papel, existe Snapchat, por ejemplo– pero la perseverancia de la franquicia comprueba una verdad absoluta: la secundaria nunca termina.
Netflix adquirió el formato después de que terminara Degrassi: The Next Generation (que corrió por 14 temporadas con distintas generaciones de jóvenes) y, en su segunda temporada después de dejar la televisión tradicional, continúa contando las historias de los mismos estudiantes de la secundaria pública canadiense Degrassi.
En los pasillos de la institución no abundan los problemas académicos pero sí los personales: los triángulos amorosos, los malentendidos con los mejores amigos, las presiones para consumir drogas y los escándalos provocados por enviar un mensaje a la persona equivocada.
Para el elenco perteneciente a la generación Z (la generación demográfica que sucede a los millenials ), la adolescencia viene con el mismo paquete de problemas que el resto pero magnificados por la tecnología.
Porristas, músicos, activistas políticos y deportistas; las dinámicas propias de cada grupo giran en torno a la mensajería electrónica, a las aplicaciones sociales y, con la comunicación constante, el drama constante.
“¿Todavía podría recibir una notificación si le quito el like muy rápido?”, se pregunta Maya Matlin en medio de una pendiente crisis social.
“Uno de los grandes misterios del universo”, contesta su mejor amiga Grace Cardinal.
Esta temporada resolverá relaciones que parecían dañadas para siempre (como el competitivo romance entre Miles y Tristan) y fracturará severamente a parejas que parecía que iban a durar para siempre (como el caso de Zig y Maya).
Al fin y al cabo, cambian los tiempos pero la transición a la adultez sigue plagada de las mismas inseguridades y problemas que, en su momento, parecen casi imposibles de resolver.
La franquicia de Degrassi brinda la certeza de que todos pasamos por los cambios físicos y culturales que requiere crecer. La secundaria es una etapa que, afortunadamente, se puede superar, pero que a otras generaciones les tocará viviendo a su manera.
Véalo. Viernes 22 de julio. Netflix: www.netflix.com