BoJack Horseman, la serie animada estrella de Netflix es una de las más difíciles de definir. Solo decir “serie animada” ya causa suficientes reacciones negativas o dudas como para que muchos lo piensen antes de verla.
La serie trata sobre las desventuras de BoJack, un caballo que fue la estrella de una comedia de televisión durante la década de los años 90 y que vive una sequía de éxitos que ya se extiende a 18 años.
Pensemos en un Macaulay Culkin o Dave Coulier pero con cara de caballo. BoJack, al igual que los otros animales que le rodean, interactúa con los humanos, pero no deja de lado su comportamiento animal.
Las aves llegan a sus citas volando, los perros sacan la cabeza por la ventana cuando andan en carro y las hormigas roban dulce cada vez que pueden.
Pero eso no los hace diferentes a los humanos, al menos no en esta sociedad. BoJack tiene tantos problemas como cualquier otro actor en su posición y es propenso a caer en un espiral de existencialismo. Lo que hace que todos estos animales coloridos se vean reales es que la ansiedad de BoJack es real y tangible en cualquiera de nosotros.
Realidad dibujada
Desde el primer episodio de la primera temporada, entendemos los problemas que tiene el equino. BoJack Horseman (con la voz de Will Arnett) discute y trata mal a Todd (Aaron Paul) y corta su relación amorosa con su agente, la gata Princess Carolyn (Amy Sedaris).
BoJack no le ve sentido a ninguna de estas relaciones, es un amargado de primera. ¿Dónde queda la comedia? En los detalles pequeños y en los chistes estúpidos que reaparecen en medio de una escena seria o en medio una situación que nos pondría nerviosos de ser nosotros los protagonistas.
De la amargura y el sarcasmo de BoJack también nos reímos, a veces conteniendo las lágrimas. Él es el típico anti-héroe al que apoyamos aunque sabemos que su causa es burda.
No en vano, para promocionar la nueva temporada, Netflix compartió un afiche con el rostro del caballo en donde se leían los nombres de varios de los anti-héroes que se han ganado el corazón de los televidentes en los últimos años: Tony Soprano, Don Draper y Frank Underwood. El último nombre en la lista era BoJack Horseman.
Camino a la felicidad
BoJack sufre del síndrome del impostor, una condición que, en los últimos meses, ha sido reseñada por el New York Times y hasta la revista Forbes .
Algo en alcanzar el éxito con facilidad y en este caso, sin una buena actitud, hace sentir al sujeto que es una farsa, que no merece nada de eso.
Como televidentes, juzgamos, pero compartimos sus pesares y entendemos de dónde viene tanta hostilidad.
En los casos más extremos, los capítulos más emocionales nos hacen reflexionar sobre nuestras amistades, nuestra familia, nuestras relaciones laborales y la satisfacción que buscamos en todas estas (algo que quizá ya nos había pasado con los ya mentados casos de Draper y Soprano).
En la serie se hacen varios comentarios bastante mordaces sobre la sociedad en que vivimos: lo que esperamos de los demás, la forma en que nos enmascaramos para salir a la calle y las mentiras que nos decimos a nosotros mismos para vivir el día a día. La única competencia que tiene BoJack en este plano son las series de Seth McFarlane ( Family Guy, etc.).
Por eso nos enganchamos de sus ideas para obtener su último objetivo: encontrar en sí mismo al hombre, ejem, el caballo exitoso que él cree que es y poder mantenerse satisfecho con ello.
Si no ha visto la serie y no quiere enterarse de ningún detalle hasta tener oportunidad de verla, éste es el momento de dejar de leer.
En la primera temporada él cree que el camino es escribir su biografía pero fracasa. Luego contrata a Diane Nguyen (Alison Brie) para que haga el trabajo. Ella lo pinta como un fracasado. Algo en el morbo colectivo, la personalidad altanera de BoJack o su oscuro sentido del humor hace que gracias al libro, BoJack se transforme en una celebridad de nuevo, justo a tiempo para esteralizar una película sobre su héroe de la infancia: el caballo Secretariat.
BoJack empieza la segunda temporada tratando de ser menos antipático, pero el papel estelar que va a interpretar requiere ser un caballo depresivo e inevitablemente vuelve a ser un amargado. En el camino acumula un par de fracasos románticos que solo acentúan su existencalismo.
En los adelantos de la tercera temporada, vemos que el tiempo deprimido rindió frutos y que BoJack, con sus inseguridades y problemas de actitud, finalmente goza de toda la atención que creyó que se merece.
Pero, cuando se es autodestructivo e inseguro, ¿es bueno o malo el éxito? ¿Se vuelve más alta la caída?
“No estoy seguro de merecerme un Oscar, no estoy seguro de quererlo”, dice BoJack a una agente nueva, que recién le acaba de prometer la estatuilla. Ese es el único trailer en video que ha liberado Netflix de la nueva temporada.
También se publicaron algunos gifs en la plataforma Giphy en donde se ve a BoJack tomando alcohol, discutiendo con Todd y siendo entrevistado por varios periodistas (en cuenta una araña).
Cuando una manatí el pregunta qué sigue en su carrera, BoJack responde “¿A qué te refieres con ‘qué sigue’?, ¿por qué todo tiene que tener un paso siguiente?”. Es claro: a partir de este 22 de julio, la presión, la ansiedad y los chistes de animales están de vuelta.
Véalo. Viernes 22 de julio. Netflix: www.netflix.com