Un total de 14 años tuvieron que esperar los fans costarricenses del grupo argentino de música y comedia Les Luthiers para verlos nuevamente sobre un entablado en terreno local. El tributo de los aplausos que inauguró la velada, anoche, terminó con la angustia de la espera.
A las 8:08 p. m, el quintento salió al escenario del Palacio de los Deportes, en Heredia, para dar comienzo a ¡Chist! Antología, un espectáculo que repasa algunos de los más recordados números de la agrupación, cuya formación original se remonta a los casi 50 años.
Por supuesto que no fueron los pioneros de Les Luthiers quienes nos visitaron anoche y quienes se presentarán por segunda ocasión este domingo, a las 5 p. m., en el mismo recinto. Pero fueron cuatro de los cinco que gozaron del mayor éxito de la banda, allá en la segunda mitad del siglo XX.
Eran todos menos Daniel Rabinovich, quien falleció en agosto del 2015, no sin antes implorarles a sus compañeros que siguieran avante con la compañía. Estaban sus amigos que lo acompañaron durante décadas: Carlos López Puccio, Carlos Núñez Cortés, Jorge Maronna y Marcos Mundstock; y estaban dos fichas suplentes de Daniel: Horacio Turano y Martín O'Connor.
El espectáculo comenzó con Manuel Darío (canciones descartables), un homenaje al cancionero del infame cantautor de temas cortos e inocentemente tontos, en el cual logramos conocer la historia de aquel maravilloso “personaje” de las artes argentinas.
El efecto: el de siempre. Frente a un Palacio de los Deportes casi repleto, el grupo sigue enganchando todos los ojos en el escenario, destapando risas con chistes ya conocidos por todos pero que de alguna manera u otra siguen generando la misma alegría en la audiencia.
Risa rebelde. El intento por renovar, juvenecer y modernizar el himno nacional argentino fue también parte del espectáculo, con La comisión (himnovaciones), un siempre tenaz comentario sobre las ambiciones de la clase política y los conflictos de ideales de los artistas.
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Estuvo también la famosa Solo necesitamos (canción ecológica), con un tema que nunca dejará de estar en boga: ¡que para confeccionar guitarras necesitamos talar árboles, y así poder cantar canciones ecológicas!
El Bolero de los celos (trío pecaminoso) y Educación sexual moderno (cántico enclaustrado) también se sumaron al repertorio, con piezas tan populares que algunos miembros del público las coreaban o cuando menos se adelantaban a las risas del resto del auditorio.
Si bien Daniel Rabinovich deja un vacío en Les Luthiers, la forma en la que se han acoplado a los nuevos integrantes y la manera en que han alternado sus papeles para que los números funcionen igual dejan en alto la esperanza de que, a pesar de lo que los rumores digan, el colectivo siga adelante durante muchos años.
Al cierre de esta edición, el espectáculo seguía vibrando a toda máquina en el Palacio de los Deportes, y los minutos corrían más rápido que en la acera del frente, donde se escuchaba pasar una motocicleta. “Dejemos que pase la moto”, dijo Marcos Mundstock, en uno de tantos chistes sin guion que matizaron la noche. ¡Qué compromiso!
Actualización; 18/09/2016, a las 6:05 p. m.: Este artículo fue editado para corregir errores en los nombres de los artistas.