El ogrito mostró con gracia el agridulce arte de ser incómodo
Moraleja El ogro aunque se vista de seda, ogro se queda. Una tierna obra con dos actores dio un ejemplo de lucha y respeto
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“No quiero que tus ojos estén clava dos en mí, noche y día, ¡mamá!”. Simón estaba desesperado. Y su madre también: ¿Quién sino ella, a quién Simón le nació de las entrañas, podía protegerlo de su propio instinto: ser un ogro que saliva por la carne tierna de un niño?
El ogrito, basado en la obra de Suzanne Lebeau, ocupó la carpa del bulevar ayer en la plaza de Siquirres. Y así, el IX Festival Nacional de las Artes (FNA) 2011 puso a disposición de aquel lugar el trabajo dirigido por Marlon Segura y con la actriz Ana Clara Carranza como una de sus protagonista. Ella era esa afanada mamá que alimentó con leche, queso y verduras a su ogrito, con tal de que este evitara ser dominado por su naturaleza.
La de ayer fue la segunda presentación en el festival de Luis Roberto Ureña como El ogrito. Y ese personaje, que al final logra poner en equilibrio su naturaleza, y Ana Clara Carranza sacaron los aplausos de un público casi todo adulto.
Jorge Leonardo Bermúdez llegó en bus desde El Cairo, a 20 minutos de Siquirres centro. Para él, el viaje valió la pena.
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