En un bosque mágico, alrededor de una charca, la simbiosis rige el maravilloso convivio de animales, plantas, insectos y hasta duendes. Cierto día, un incómodo personaje llega con su carga de basura y el deseo de apropiarse del hábitat común.
La tristeza se adueña del lugar y sus habitantes, pero también desencadena la búsqueda de estrategias para superar la crisis ambiental.
Violín de lata es una experiencia admirable por su temática y su cuidadosa factura. La combinación de títeres y actores va hilando una historia interesante y de fácil seguimiento. Las canciones apoyadas por un ensamble musical, la pericia de los titiriteros y la excelente realización de los muñecos construyen un mundo lleno de poesía y propuestas imaginativas.
Me pareció relevante que la función comenzara desde la primera llamada. En ese lapso, vemos los preparativos del elenco y las vivencias que intérpretes, técnicos y directores enfrentan minutos antes de salir a escena.
Este prólogo le permite, al público infantil, hacerse una idea de la compleja mecánica detrás de un espectáculo teatral.
El colorido diseño del espacio perdió eficacia a causa de dos módulos ubicados en proscenio. Las piezas –revestidas de césped sintético– obstaculizaron las escenas a nivel de piso. Por este motivo, fue difícil apreciar el desplazamiento del caracol, la liberación de las hormigas y varios pasajes en la charca.
Si yo mismo tuve que estirarme para no perder detalle, no quiero imaginar cómo hicieron los niños de las primeras filas.
A pesar de que se desarrollaron algunas interacciones entre los personajes y la audiencia, estas fueron escasas y, sobre todo, tímidas. Los menores permanecieron amarrados a sus butacas –la mayor parte del montaje– sin posibilidad de sumarse a los acontecimientos.
Los largos silencios de la sala resultaron significativos, en contraste con el habitual bullicio de este tipo de proyectos.
Cerca del desenlace, la chiquillada invadió el escenario para cooperar en la limpieza del bosque. Allí se evidenció la ausencia de más situaciones que estimularan la participación de los pequeños.
El carácter interactivo debería ser, según la especialista brasileña María Helena Kühner, el rasgo más importante de las obras dirigidas a públicos infantiles. Esto no sucedió –de manera contundente– en el presente caso.
Un aspecto discutible de la anécdota es que se exhiba a Sapo Verde como el único agente contaminador de la charca. Esta distorsión encubre el papel de los humanos como los principales destructores de la naturaleza. Esquivar este hecho genera un sinsentido al ubicar el origen del problema en un lugar equivocado.
Además, no favorece que los chicos imaginen posibles soluciones en el contexto de su familia o su comunidad.
Violín de lata es un ejemplo valioso para reflexionar sobre las características ideales de los espectáculos que se proponen entretener, mientras promueven valores o nuevas conductas en los niños.
El reto es grande al trascender lo escénico para extenderse a los terrenos de la pedagogía y la psicología. A fin de cuentas, los montajes destinados a la infancia deberían aspirar a ser los más sólidos en las ideas que transmiten.
Ficha artística
Dirección general: Silvia Arce
Dramaturgia: María Bonilla (basada en su libro homónimo)
Elenco: Natalia Regidor (Grillo Cantor), Allan Pérez (Burrito Pinto, Comemaíz), Silvia Arce (Luciérnagas, Duende color violeta), Paula Aguilar (Rana Roja, Rana verdiamarilla, Mariposas azules), Julio Barquero (Sapo Verde, Viento)
Composición musical: Emanuel Fallas
Ensamble musical: Emanuel Fallas (guitarra y voz del arcoíris), Fabiola Fallas (bajo eléctrico, clarinete y guitarra), Lucía Fallas (Flauta traversa), Daniela Fallas (violonchelo)
Diseño y realización de títeres y utilería: Allan Pérez
Escenografía: Gilbert Ulloa
Vestuario: Estrella Morales (actores), Diana Elizondo (títeres)
Diseño de luces: Alejandro Alfaro
Comunicación, redes sociales y fotografía: La Aguja Comunicación
Diseño gráfico: Jerlyn Vargas
Publicidad en bus: MG Publicidad y Mercadeo
Ilustraciones originales de material gráfico: Eddy Castro
Producción general: Teatro La Maga
Asistente de producción: Carolina Zumbado
Espacio: Teatro 1887 - CENAC
Fecha: 23 de julio de 2017