¿Que el perro es el mejor amigo del hombre? Suena a cliché, pero decenas de historias sobre Lucas, Samys y Pinkys evidencian que hay “algo”, un
El etólogo Alejandro del Valle, especialista en comportamiento animal, justifica ese vínculo en una característica común entre ambos: su naturaleza social.
“Como nosotros, el perro es un ser de grupo, de manada; y como nosotros, tiene jerarquías y reglas. Es, además, un animal de contacto, un estímulo sensorial muy rico: su pelo, la apariencia... ¡Dan ganas de abrazarlo! Todas estas cosas juntas, facilitan una rápida empatía y vinculación con las personas, comparada a la que puedan tener otros animales”.
Son, además, de una inteligencia extraordinaria que los capacita para el aprendizaje, potenciada por sentidos tremendamente desarrollados, especialmente el del olfato y el del oído. De ahí que se les escoja para labores de rescate, de cuido (según la raza) y hasta para detectar enfermedades como el cáncer.
Los perros empezaron a ser domesticados en el primer período de la edad de piedra o paleolítico (desde los 500.000 años hasta hace unos 30.000 años).
El principio de la clínica con los perros, dice Del Valle, es partir de que al animal no se le puede culpar por lo que hace, porque todo es aprendido.
Ellos son 60% ambiente y 40% genética. De ahí que decir que es “el mejor amigo del hombre” es un asunto muy delicado porque, como toda amistad, se debe cultivar.
“No debería, al menos, ser una relación única. Es diádica: ‘yo te doy y tú me das’, y hay satisfacción de necesidades. Cuando eso no se hace, el vínculo se altera y se rompe. Ahí es cuando aparecen los problemas”, advierte Alejandro del Valle.
Que su mascota se convierta en su mejor amigo implica compromisos como dueño de la criatura. “Para que sea el mejor amigo del hombre, al perro se le deben satisfacer sus necesidades, debe ser atendido y criado desde una perspectiva etológica (el estudio de los animales en su medio ambiente).
“Pero las personas crían a los perros desde una perspectiva antropomórfica: yo me relaciono con el perro como me relaciono con un ser humano. Ahí es donde se da el problema, porque no estamos satisfaciendo las necesidades del perro, sino las nuestras. Es un vínculo muy egoísta, muy centrocéntrico”, dice Del Valle.
¿Aman los perros? Del Valle dice que no, pues carecen de la capacidad de crear el concepto mental del amor. Los perros viven de relaciones de codependencia, asegura, y seguirán a un líder en la medida en que atienda sus necesidades. ¿Será?