En el 2011, autoridades carcelarias de Texas decidieron eliminar la última cena de los reos sentenciados a pena de muerte, después de que Lawrence Russell Brewer ordenara dos filetes de pollo frito, una hamburguesa triple de carne con tocineta, medio kilo de barbacoa, tres tacos de fajitas, una pizza, helado y un pudín de mantequilla de maní con maní triturado. Cuando llegó la comida, el sentenciado se negó a comer.
Brewer fue condenado a la inyección letal por amarrar el 7 de junio de 1998, en su auto, a un afroestadounidense a quien arrastró por la calle hasta causarle la muerte.
John Whitmire, presidente del Comité de Justicia Criminal del Senado, en una carta dirigida al director ejecutivo del Departamento de Justicia Criminal de Texas, calificó la práctica de la última cena como, “una tradición ridícula”.
Darle al reo una última cortesía antes de ser ejecutado no fue exclusiva de Texas, y continúa en la mayoría de las entidades estadounidenses que aplican la pena de muerte.
Las autoridades carcelarias de Texas solían colocar en Internet el contenido de cada cena solicitada por quienes eran ejecutados, pero se dejó de hacer cuando recibieron quejas de que era ofensivo.
Sin embargo, aún existen varios sitios en Internet dedicados a enlistar las cenas solicitadas por los reos de diversas entidades y países, horas antes de ser ejecutados.
Henry Hargreaver encontró esta información y caló en él la curiosidad por las imágenes que se reproducían en su cabeza mientras leía las descripciones.
Hargreaver vive en Brooklyn, Nueva York. Allí aprendió sobre fotografía mientras trabajaba como modelo en el año 2000. Mientras estuvo detrás de la cámara aprendió sobre composición y balance en las imágenes.
El exmodelo, nació y creció en Nueva Zelanda, en donde abolieron la pena de muerte en 1989. Por esto, obsesionarse con saber lo que esas personas comieron o no comieron, antes de morir, era un acto justificado en él.
Lo primero que le llamó la atención, al reproducir los platos, fue la necesidad por alimentos fritos.
“Creo que tal vez, remitía un lugar de confort”, declaró en una entrevista para Vice.
Lo siguiente que pensó fue la contradicción de un país como Estados Unidos, que se proclama tanto a favor de la democracia y aún así, en los datos que él encontró en línea, concluyó que cerca de 12 personas durante los últimos 20 años fueron condenadas a pena de muerte sin ser culpables.
Entonces, después de un largo proceso de investigación y de recolección de datos, eligió las descripciones que podían, según Hargreaver, comunicar la crítica que buscaba plantear.
Contrató a un chef para que hiciera los platos más elaborados y el resto los hizo él.
Entre las últimas cenas que recreó se encuentra la de Victor Feguer, un culpable de asesinato en Iowa en el año 1963, quien pidió como cena una aceituna. Según Feguer, al comer eso, un olivo nacería de su cuerpo como símbolo de paz.
O la de John Wayne Gacy, conocido también como “Pogo” o “El payaso asesino”, un asesino en serie estadounidense que violó y mató a 33 hombres jóvenes entre 1972 y 1978. Veintiséis de sus víctimas fueron enterradas en el semisótano de su propia casa. Otras tres en otros lugares de la casa, y cuatro más fueron lanzadas a un río cercano.
Gacy pidió de comer: una docena de camarones fritos, un balde de pollo de KFC, papas fritas y medio kilo de fresas.
Otro de los famosos que Hargreaver eligió para su proyecto, fue Ted Bundy, el legendario asesino en serie de mujeres.
Los analistas estiman que el número de sus víctimas podría rondar las cien mujeres. Bundy rechazó la “comida especial”, por lo que le dieron el plato tradicional: bistec, huevos fritos, croquetas de papa, tostadas con mantequilla y jalea, jugo de naranja y leche.
Mientras Hargreaver relizaba el proyecto, llegó a conclusiones que jamás hubiese tenido de no haberse acercado a la muerte a través de la comida.
Por ejemplo, pudo interpretar muchos de los pedidos que los reos hicieron como una forma de protesta, de tener la última palabra.
Uno de los dilemas que encontró el fotógrafo en el camino fue la posibilidad de humanizar a los reos y las consecuencias que podría tener, ya que Hargreaver tenía otras intenciones con su proyecto.
“Yo quería demostrar una realidad nada más, no planeaba producir un shock ni me interesaba crearme una reputación a través del dolor de otras personas”, afirmó en la misma entrevista.
Otra de las descripciones que le llamó la atención al artista, fue la del preso Ronnie Lee Gardner, quien fue ejecutado en Estados Unidos ante un pelotón de fusilamiento, un método que eligió el propio reo y que no se había utilizado desde 1996, según datos de CNN.
Gardner de 49 años, condenado a pena de muerte por robo en varias casas y dos cargos por asesinato, pidió una cola de langosta, un filete, pastel de manzana y helado de vainilla. Mientras comía, pidió ver la trilogía de El Señor de los Anillos.
En otra de las descripciones que leyó Hargreaver, le llamó la atención que Ricky Ray Rector de 42 años, condenado a muerte por dos cargos de asesinato y ejecutado con inyección letal en 1992 en Arkansas, pidiera de postre un pie de pecanas. Según el guarda que lo acompañó en la ejecución, Rector lo pidió para “comérselo después”.