Tal vez le sucede a menudo: ya se fue a acostar, se echó encima las cobijas y puso la cabeza en la almohada. Entonces recuerda que no se ha lavado los dientes, pero ¡qué pereza levantarse para eso!
Ocurre lo mismo a la hora de almuerzo, en la oficina. Sale a comer a un restaurante o a la soda de la empresa, conversa con los compañeros y se le hace tarde para volver al sitio de trabajo. Un chicle de menta y parece que todo queda resuelto.
Sin embargo, su salud bucodental podría resentirse por la pereza o la falta de tiempo. Con mitos, ideas preconcebidas y malas prácticas, flaco favor le hace a sus dientes, encías y lengua, que requieren cuidados especiales.
Dolores usuales
La enfermedad bucodental que identificamos con mayor facilidad es la caries dental. Es el desgaste de los dientes debido a la acumulación de bacterias o a daños por el consumo excesivo de alimentos. Es un desgaste progresivo en el diente que, de profundizarse, puede llegar a afectar el nervio. Hacia el final del proceso, puede hacerse necesario extraer la pieza para evitar que se desarrollen enfermedades más graves.
“La gente cree que solo cuando el diente tiene un hueco hay caries”, afirma la odontóloga Gloriana Chavarría. Pero corrige este mito: “Esto no es cierto. Es un proceso lento; toma mucho tiempo para que llegue a formarse una cavidad notoria”. Ahora bien, debido a esta lentitud, si usted se revisa periódicamente, el dentista notará la desmineralización, o pérdida de tejido, de ese diente. De este modo, podrá tratarse a tiempo y no hará falta someterse a tratamientos complejos y, además, costosos.
El problema es que la mayoría de los costarricenses no vamos al odontólogo hasta que nos duele una muela o, como dice Chavarría, “prácticamente hasta que el diente está flojo”.
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“Lo ideal sería asistir a una cita cada seis meses, aunque el odontólogo establecerá otra periodicidad si lo considera necesario”, recomienda la doctora.
Encías que sufren
Si ya ignoramos los pequeños malestares en nuestros dientes, todavía es más la falta de atención que sufren las encías. La segunda afección que los odontólogos atienden con frecuencia es la enfermedad periodontal, que afecta a las encías y el soporte de los dientes.
Este problema inicia con la gingivitis, que notamos cuando sangran las encías. “Empieza como un sangrado pequeño, cuando la persona se lava los dientes”, dice Chavarría, “pero el sangrado no es normal, sino una señal de alerta: se debe a la inflamación de las encías”.
Nuestras encías se inflaman cuando hay acumulación de placa dental, es decir, bacterias que se van aglomerando entre nuestros dientes.
“La boca tiene la temperatura ideal para la multiplicación de las bacterias”, explica el doctor Bernal Yglesias. Como describe el odontólogo, “la placa se acumula, produce inflamación, y si continúa, se convierte en un cálculo duro (sarro)”.
La saliva ayuda a que se calcifique el sarro, el cual se hace tan duro que solo con instrumentos podrá removerse.
“Los pacientes no se dan cuenta de que tienen la enfermedad periodontal, hasta que empiezan a sentir movilidad en los dientes o, en sus etapas siguientes, a notar halitosis (mal aliento) y hasta pus u otras señales”, explica Chavarría. Después de eso, no se puede volver al estado anterior: o se extrae la pieza o la dolencia continúa.
Cepillarse en serio
Lo que comemos cada día se queda entre nuestros dientes. Pequeñas partículas de comida resultan atrapadas si no las removemos constantemente, y esa esala razón para cepillarnos.
“Sobre los dientes se forma una biopelícula, una capa de bacterias que se empieza a extender. Lo que hace el cepillado es desorganizar estas bacterias y evitar que crezcan”, explica el doctor Yglesias.
Por eso, y contrario a lo que muchos pensamos, el elemento esencial de la higiene dental no es la pasta, sino el cepillado. Cuando está en la universidad o en el trabajo, y note que se quedó sin pasta dental, no deje pasar este turno de limpieza.
“Mucha gente dice que se lava los dientes tres veces al día, pero que lo hagan en serio y de la mejor manera, eso es otra cosa”, opina Chavarría. Como dentista, conoce bien las excusas que ponemos para justificar la pereza. Lo ideal es cepillarse después de que ingerimos cualquier comida, “especialmente si hay un exceso de ácidos y de alimentos agresivos, como los azúcares, los cítricos y la sal”, describe Yglesias.
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Disciplina dental
El daño que provoca saltarse un turno de cepillado depende de la alimentación. Usualmente nos limpiamos tras el desayuno, el almuerzo y la cena.
Quizás lo siguiente le sucede en un día cualquiera: a media mañana, come un bocadillo muy dulce. Al almuerzo, no le da tiempo de cepillarse. A media tarde, toma café con pasteles o pan y no se lavará los dientes sino hasta después de la cena. Tal acumulación de residuos de comida conlleva un mayor desgaste cuando no se realiza una limpieza correcta.
“Muchos creen que cuanto más duro el cepillo, mejor se limpia”, añade el odontólogo Yglesias, para corregir de inmediato: “Más bien, esto podría provocar daño en la encía, o hasta deformación. Lo que se aconseja es un cepillo suave”.
En el lavado es fundamental el uso del hilo dental y del cepillo; enjuagues y limpiadores de lengua también pueden ser de ayuda.
Hay quienes, incluso, le temen a las limpiezas realizadas por los dentistas. “Yo no me hago limpiezas, porque me causan sensibilidad dental”, suelen decir algunos pacientes, según cuenta Chavarría.
Si hay más sensibilidad es producto de la remosión del sarro. Cuando eso sucede, las encías se desinflaman y continúan sensibles por varios días.
Está claro que su boca se resiente cuando no la cuida como es debido. Por eso, tome nota: no vaya a la escuela, la universidad o el trabajo sin un cepillo. Cuídese, vaya a sus citas con el odontólogo, lávese los dientes con disciplina y, sobre todo, esté atento a todo aquello que le parezca fuera de lo normal.
La aprición de manchas, de sangrados y de mal aliento, los dolores o cierta sensación de movilidad o desplazamiento en una pieza dental, son razones para que pida una cita con su odontólogo. Si acude a tiempo, las posibilidades de una solución siempre serán mayores.
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