Volvió Dindim. Un año más, el pequeño pingüino llegó a visitar al pescador que le salvó la vida.
La distancia de 8.000 kilómetros no lo detienen. Año tras año, se acerca hasta el patio trasero la casa de João Pereira de Souza, en playa Provetá, Ilha Grande, Brasil.
Con esta visita, el pingüino ya suma cinco travesías desde las costas de la Patagonia hasta Brasil para estar con su amigo. Para algunos científicos, representa un acto de lealtad.
Su amistad nació cuando el brasileño lo encontró en Magallanes, cubierto en petróleo y hambriento en la costa de Río de Janeiro.
João , de 71 años, tardó una semana eliminando todo el residuo aceitoso de las plumas del ave marina. Lo cuidó y alimentó hasta que estuvo en condiciones para regresar al agua.
El biólogo y presentador de Globo TV, João Paulo Krajewski, fue el primero en contar la historia. Le dijo a CNN que el animal regresa cada año y se queda en la isla cuando los otros pingüinos de su especie se están reproduciendo.
“No tenemos ni idea de adónde va Dindim y eso sigue siendo un misterio”, aseguró. Para que Dindim recupere sus fuerzas, João lo alimenta con pescado fresco y le da posada.
Los científicos le pusieron un marcador al pingüino en marzo para conocer sus orígenes. “Por primera vez, tenemos prueba definitiva de que es el mismo pingüino el que regresa cada año a la casa del señor João, pues volvió con el marcador”, contó Krajewski.
Algunas personas aseguran erróneamente que el pingüino es su mascota. “Primero, el pingüino es totalmente libre”, dijo Krajewski en una publicación en Facebook. “Duerme en el patio del señor João, que está conectado a la playa con una cerca parcial, pues a João le preocupa que al pingüino lo ataquen los perros callejeros”.
Además, cuenta que la mayoría de animales de esa especie "son muy leales a sus compañeros y al lugar donde anidan. Siempre lo hacen en el mismo lugar año tras año, lo mismo con su pareja. Dindim definitivamente sabe a dónde va y cuando llega a Ilha Grande, como lo ha hecho por cuatro años, se dirige por sí mismo hacia el patio del señor João”.
El testimonio del anciano da fe del gran vínculo entre ambos. “Cuido al pingüino como si fuera mi propio hijo y yo creo que él me ama”.