Es difícil verla solo desde la carretera Interamericana Norte. Más bien, resulta imposible si no se deja atrás el asfalto. Hay que meterse por las trillos entreverados y abrirse paso entre las haciendas, el monte y las ciudades emergentes.
Ahí está la pampa guanacasteca, llena de personajes y tradiciones que se resisten a sucumbir a las inclemencias de la modernidad y del crecimiento urbano.
De un verde brillante y eléctrico apenas caen las primeras lluvias. Ardiente y rojiza en esos veranos que solo se ven en las tierras llenas de malinches y chicharras. Así es la pampa descrita en tantos cancioneros: viva, ardiente y alegre, como el espíritu de gran parte de su gente.
Guanacaste transpira folclor y deja que corra por todas las arterias de este país en alas de sus marimbas, quijongos y retahílas. ¿Qué sería Costa Rica sin el bagaje cultural que le ha legado esta provincia?
En todo Guanacaste, pero sobre todo en los pueblos de la bajura, todavía sobreviven tradiciones centenarias gracias a que aquí la preservación de la cultura es cosa seria.
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La proliferación de edificios en las costas, la explosión comercial y el afloramiento de diferentes culturas es un fenómeno intenso. Pero los guanacaste- cos resisten y estas historias lo demuestran. Son hombres y mujeres de la pampa que encarnan, día a día, lo más genuino del espíritu guanacasteco.
Información elaborada por la periodista Ángela Ávalos y los corresponsales de GN Cinthya Bran, Julio Segura y Carlos Vargas.