¿Ya alcanzó las cuatro décadas de vida y se le está haciendo difícil ver objetos ubicados a menos de 30 centímetros de distancia? ¿Al leer tiene que alejar un poco los libros porque le cuesta enfocar las letras? ¿Sufre de dolores de cabeza y hasta mareos después de haber esforzado su vista? ¡Bienvenido a los cuarentas! Muy probablemente, usted tiene presbicia o presbiopía.
Esta condición oftalmológica no es una enfermedad en sí, sino un problema de refracción y un deterioro de la visión al que popularmente se le llama “vista cansada” ; afecta por igual a hombres y mujeres.
En España, donde se han realizado estudios estadísticos en torno a esta afección, se calcula que el 81% de la población mayor de 45 años y el 98% de quienes tienen más de 65, padecen presbicia.
A diferencia de la miopía, la hipermetropía y el astigmatismo, que pueden estar presentes desde edades tempranas y se asocian con el tamaño del ojo y la curvatura de la córnea, la presbicia se da porque disminuye la capacidad para enfocar propia del cristalino, un lente natural que se encuentra detrás del iris. Esto ocurre como parte natural del envejecimiento.
Según el oftalmólogo y presidente de la Asociación Oftalmológica de Costa Rica, Claudio Orlich Dundorf, la presbicia es muy difícil de prevenir y tiende a aumentar con la edad. “Entre los 40 y los 44 años, el paciente con presbicia podría requerir un lente de lectura de +1,25 ó +1,50; a los 50 años, necesitará uno de +2,00 ó +2,25 y, cerca de los 60 años, es probable que necesite utilizar un lente de entre +2,50 y +3,00”, ejemplificó Orlich. Aclaró, eso sí, que pasada esa edad, la vista del paciente tiende a no deteriorarse más, a menos que sufra de cataratas u otra patología ocular que agrave su situación.
Control de rigor
Para Orlich, la mejor manera de controlar la presbicia es visitar al oftalmólogo una vez al año después de cumplir los 40 años.
Aunque los lentes para leer son la solución más común, al principio de la presbicia algunos médicos prefieren no recomendarlos para obligar al ojo a hacer el esfuerzo de enfocar y no depender tan tempranamente de lentes.
En estas etapas incipientes, conviene leer en sitios con buena luz, aumentar un poco la distancia de los objetos y tomar descansos durante la lectura. Si se utilizan computadoras, se aconseja apartar la vista del monitor por al menos diez minutos cada hora.
Cuando acciones como leer, coser, enhebrar una aguja u observar objetos a corta distancia se torna más difícil, entonces el paciente puede optar por usar anteojos (bifocales o progresivos), o lentes de contacto multifocales (que permiten ver de cerca y de lejos), explicó el oftalmólogo Luis Obler Daniel.
En ambos casos, se debe acudir a un especialista en oftalmología para que sea este quien presciba el aumento correcto.
También podría utilizar el sistema de lentes monovisión (se ajusta un ojo para ver de cerca y otro para ver de lejos). Sin embargo –acota Orlich–, esta alternativa no es para todos los pacientes porque requiere de una adecuada adaptación.
La cirugía es otro posible camino, pero esto dependerá de cada caso. Existen dos tipos de procedimiento: uno con tecnología láser aplicada sobre la córnea para simular un lente bifocal o multifocal, y otra en la que se extrae el cristalino y se sustituye por un lente intraocular multifocal.
Como cualquier intervención quirúrgica, los dos tienen algunos riesgos y exigen cuidados especiales, aunque en la mayoría de los casos, los resultados son efectivos.
Según Obler, quienes se someten a algún tipo de cirugía para la presbicia deben obedecer las instrucciones del seguimiento oftalmológico posoperatorio, aplicarse los medicamentos recomendados, utilizar anteojos oscuros para el sol los primeros días, no frotarse los ojos, mantener una correcta higiene del área ocular, guardar reposo oportuno y no agacharse bruscamente ni levantar objetos pesados.
Después de una semana aproximadamente, el paciente podrá retomar su ritmo de vida.