Nombre:María Reina Montenegro Caravaca
Fecha de deceso: 21 enero, 2006
Residencia: Tibás
Testimonio compartido por su hija Yannid Quirós Montenegro
La muerte de mi madre, hace siete años y ocho meses, hizo que mi vida diera un giro total. Que ella perdiera su batalla tan joven, a los 54 años, logró, irónicamente, que yo ganara la mía.
Cáncer: nunca nos habíamos preocupado por eso. Incluso, cuando en el 2002 empezó a tener secreciones, las ignoró con pensamientos de fe, diciendo: “es pasajero; es la menopausia”.
Pero no pudo ignorar una protuberancia del tamaño de una fresa que se descubrió. Acudimos juntas al ginecólogo. La envió de inmediato a hacer una mamografía y el resultado fue la detección de tumor maligno con raíces.
Fue duro escuchar al oncólogo decir: “Hay que hacer una mastectomía urgente”.
Esas palabras se clavaron en nuestro corazón como agujas.
Reina Montenegro, atónita, no lloró. No habló. Solo palideció y en la noche, cuando cayó en cuenta de que perdería una parte importante de su feminidad, lloró amargamente.
Semanas más tarde, fue operada y perdió su seno, y después perdió el corazón, cuando mi padre se fue al cabo de un tiempo.
Su autoestima quedó tan maltratada que la depresión nos llevó a ambas al período más triste de su vida.
No quiso acudir a todas las sesiones de quimioterapia prescritas por el médico. El desgaste físico y el deseo de no vivir la llevaron a eso. De hecho, dos veces intentó suicidarse.
El panorama le cambió tras realizarse una cirugía estética de reimplante. Salió más feliz que nunca del hospital, con la vanidad de vuelta y llena de motivación. Se sentía “completa” otra vez. Recuperó su sonrisa y sus ganas de vivir.
Sin embargo, al año siguiente, un fuerte dolor de espalda, que la llevó a practicarse una tomografía, nos hizo saber que la batalla contra el cáncer no había sido ganada.
Tenía lesiones cancerosas en los huesos y el nuevo diagnóstico fue metástasis a huesos, pulmones, hígado y mediastino. Estaba en la etapa Terminal un cáncer que avanzó silenciosamente. Los médicos le dieron de tres a seis meses de vida, y ella partió en enero del 2006.
Aunque Dios nos ha dado resignación, siempre nos preguntaremos: ¿qué habría ocurrido si nuestra Reina hubiera recibido todas sus sesiones de quimioterapia? ¿Estaría acá con nosotros?
Ella perdió su batalla; pero eso me hizo tomar las armas para ganar la mía. Empecé a tratarme unas inflamaciones que tenía, me operaron un carcinoma en el útero y ahora soy muy cuidadosa con los chequeos.