Revista Dominical

Tinta fresca: “Esa gente” que también somos

Lo que nos cuesta entender del acto ajeno es que la maldad de los demás no nos hace automáticamente buenos.

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Cuando hablamos de “ellos”, hablamos de nosotros. Decimos más de nuestros complejos, de nuestras preocupaciones, de nuestra forma de ver el mundo, que de sus acciones. Hablamos de nosotros mismos. Esa gente, ese colectivo abstracto del cual formamos parte y con el cual nos cuesta tanto hacer las paces. A ellos, a esos millones de seres inferiores, les gustan las cosas más prosaicas: el fútbol, el reguetón, el megabar de Palmares. A nosotros no: nosotros vemos el mundial a escondidas, con culpa de por medio, o lo justificamos con comentarios filosóficos e intelectuales. Escuchamos “música”, no engendros tercermundistas de dembow. Somos otra cosa, muy distinta, o eso queremos pensar desde la comodidad de nuestra inmensa y acolchada superioridad moral.








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