Al pensar en la cultura rasta, un nombre se viene a la cabeza de todos sin titubear: Bob Marley.
Además del icónico artista, hubo un hombre en particular que hizo (y hace) vibrar el corazón de este movimiento espiritual originario del Caribe.
Nació el 23 de julio de 1892 con el nombre de Tafari Makonnen Woldemikael, a 8.000 millas de Kingston, la capital jamaiquina.
Se le conocía como Ras Tafari (cabeza creador) por el cargo que ocupó antes de convertirse en una divinidad.
“Mirad a África cuando un rey negro sea coronado, porque esa es señal de que el día de la liberación está cerca”, decía la profesía dictada por el activista Marcus Garvey.
Era el hijo de un colaborador del emperador Menelik III, uno de los gobernantes más importantes de la historia de Etiopía.
Desde niño, su inteligencia impresionó al emperador. Cuando en 1930 murió la hija de Menelik II, la emperatriz Zuditu, Tafari fue coronado como el último emperador de Etiopía. Su ascenso al trono, para miles en la lejana isla representaba la materialización de la profecía.
Tafari, quien adoptó el nombre Haile Selassie, se convirtió en Dios (o Jah) reencarnado. El mesías.
“El vínculo entre ambos, de hecho, lo forjó un grupo de jamaicanos pobres que creyeron que la coronación de Ras Tafari era el cumplimiento de una profecía y que él era su redentor”, escribió la BBC. “El mesías del Libro de las Revelaciones de la Biblia: ‘Rey de reyes, Señor de señores’”.
Creían que él los liberaría, sacándolos de la pobreza en el Caribe y llevándolos a África, tierra de sus antepasados y su epicentro espiritual.
Tras abolirse la esclavitud, en 1833, la vida para los antiguos esclavos y sus descendientes no mejoró mucho.
Cuando las noticias de la coronación de Haile Selassie llegaron a Jamaica, muchos de los seguidores de Garvey hicieron la asociación: Ras Tafari era el rey, el día de la liberación estaba cerca y debían prepararse para un éxodo a África.
En 1973, una hambruna mató a casi 200.000 etíopes y un año después los Derg, grupo de oficiales del ejército con una agenda marxista, destronaron a Selassie en un golpe militar. Murió en 1975, enfermo y en la cárcel. Para sus seguidores significó una “desaparición”. Selassie no estaba muerto.