Revista Dominical

El azúcar no alborota a los niños

Cualquier papá daría fe de lo “eléctrico” que se pone su chiquito después de atiborrarse de dulce. Sin embargo, este tipo de hiperactividad es un mito

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Cada vez que una piñata se rompe, 30 papás pierden dos horas de sueño. La cifra no es cierta pero lo parece. Tras la lluvia de confites vendrán los helados, y los jugos, y el queque, y el Cumpleaños feliz , y las “muchas gracias, todo estuvo muy lindo”; pero siguen los gritos en el carro, y los patines dentro de la casa, y los bolazos en las paredes, y de pronto ya son las 10 de la noche, y la fiesta sigue, y los hijos son duendes incombustibles drogados por el subidón de azúcar.








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