Tinta fresca: "Cómo adelgazar y no morir en el intento", por Ana Istarú

"Pecar poco y con medida, como un creyente cauto"

EscucharEscuchar

Perder el sobrepeso dejó de ser una simple futilidad de vanidosos para convertirse en una cuestión de vida más o vida peor. Y la cuchara que nos engorda es la misma que ensancha a nuestros niños. Para adelgazar y antes de apertrecharnos de determinación, lo primero que debemos averiguar es por qué somos gordos: la razón profunda e inadmisible de nuestra despótica necesidad de tragar. ¿Es comer nuestra única fuente de placer? ¿Utilizo la gordura para diluir mi atractivo sexual y librarme del peligro de ser deseada(o), tal vez por mi pareja? ¿Compenso con comida mi falta de afecto, de autoestima o del amor de alguno de mis padres, las privaciones de una infancia pobre? ¿O de la de mi madre…? ¿Como mal por inercia, porque es cómodo y barato, porque no me doy prioridad? Razones sobran. Tener conciencia de ellas no garantiza el éxito, pero ayuda.








En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.