El ‘kit de supervivencia’ para utilizar el transporte público en México incluye, para las mujeres, uñas largas, anillos filosos y actitud para marcar el territorio ante cualquir intento de invasión. La razón: el alto índice de violencia sexual en espacios colectivos del Distrito Federal.
Tal como lo cuenta al diario
De hecho, 72,3% de las mujeres entre los 20 y 24 años reconocieron haber sido objeto de agresiones, desde manoseos o groserías verbales hasta abuso sexual, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) del 2006.
Tales datos encendieron la alarma en el Instituto de la Mujer del Distrito Federal y pusieron a andar el proyecto “Viajemos Seguras”, que tiene 50 líneas de autobuses exclusivas para el sexo femenino y vagones “solo para mujeres” en varias líneas de metro. El objetivo es ofrecer a jóvenes y adultas transporte a diferentes puntos de la ciudad “sin miedo a sufrir abusos”.
Tras cuatro años de funcionamiento, la experiencia ha sido exitosa y ha acumulado buen kilometraje; no hay planes de pisar el freno.
Pintados de rosado y decorados con imágenes de las mujeres más influyentes de la historia mexicana, los autobuses –llamados Atenea (como la diosa griega)– trasladan diariamente a 23.500 usuarias.
A esta iniciativa se han sumado los “taxis rosas”, también exclusivos para mujeres, tanto en el DF como en la ciudad mexicana de Puebla.
No solo las pasajeras son del sexo femenino. La red ha incorporado en su planilla a 50 mujeres que se desempeñan como choferes, en un oficio tradicionalmente de hombres.
Otra novedad son los módulos de atención, ubicados en diferentes puntos de la ciudad, que buscan informar y ayudar a mujeres que han sufrido algún acoso. La idea es que aprendan a denunciar los casos.
El transporte exclusivo para mujeres no es único de México, aunque fue el país pionero en implementarlo en Latinoamérica. Ciudades como Londres, Nueva York, Dubai, Beirut y Moscú prestan este tipo de servicio en autobuses y en taxis.
El club inglés Pink Ladies, ofrece “taxis seguros” a sus miembros, que solo pueden ser mujeres.
El año pasado, Guatemala se unió a la iniciativa del transporte colectivo femenino por las mismas razones que lo hizo México. Según la Asociación de Empresas de Autobuses Urbanos de ese país, en promedio, diez unidades de transporte público son asaltadas por hombres armados que despojan a los pasajeros de sus pertenencias y, muchas veces, abusan sexualmente de las mujeres, informó la agencia AFP.
A Colombia también le pareció tentadora la idea y está estudiando la posibilidad de ponerla a funcionar.
A pesar de que muchas usuarias se sienten satisfechas con el servicio, hay quienes critican esta iniciativa, argumentando que la separación por género no es la solución para el acoso sexual, sino que más bien es una forma de perpetuar la discriminación.
Abogan por políticas de equidad y por reducir la impunidad hacia los acosadores. Opinan que el color rosado refuerza aún más el estereotipo de los sexos.
La lentitud del servicio es otro aspecto que puede desalentar a algunas de utilizar estas líneas de transporte: en varias de las rutas, el bus pasa solo una vez cada hora.
Sin embargo, conscientes de que pueden hacerse mejoras, los administradores de este servicio aspiran a elevar la cifra de unidades que ponen luz roja a la violencia de género. Pretenden dar transporte a más de las 31 millones de mujeres que ya se benefician con tales rutas.