Tinta fresca: La pelota no se mancha

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Déjeme. Déjeme recordar a Bolaños que da un giro, hace una pausa, la retiene, la piensa y ubica a Díaz solo, en el extremo izquierdo. Déjeme recordar a Díaz que la recibe y a Ruiz que pica de inmediato, en acto reflejo depredador, buscando el centro que soñó toda su vida. Déjeme. Déjeme recordar a Díaz que, contra el pronóstico de todos los escépticos, patea con el alma, no con la zurda, con el alma, ese mismo centro con el que Ruiz soñó toda su vida.








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