Mientras Batman se pavonea en la gran pantalla, otro hombre de carne, hueso y disfraz, combate el crimen en Seattle. Se hace llamar Phoenix Jones y, de lo que posee, lo más cercano a un superpoder es su atomizador de gas pimienta.
En su aparición más connotada, se interpuso entre dos hombres que estaban a punto de darse de puñetazos en un pleito.
Aquella noche, por fuera de un bar, intervino Jones, enmascarado de negro y dorado y enfundado en un traje con falsa musculatura. El conato de gresca se terminó ahí mismo y Phoenix salió victorioso, seguro de que desempeñó un acto heroico.
Horas después, el novato defensor quiso repetir su hazaña y le aplicó la misma dosis de gas pimienta a un grupo de presuntos revoltosos. Sin embargo, por este segundo incidente, la policía lo detuvo cuando los afectados negaron que hubiera una pelea. Además, se le ligó con la creciente serie de denuncias de ataques de este tipo en la zona.
Phoenix Jones es el más famoso de los diez superhéroes descubiertos en las calles de Seattle, al noroeste de Estados Unidos. Su nombre de pila es Benjamin Fodor, y aunque ya ha sido arrestado, aún se pasea haciendo gala de su seudónimo.
Fodor, de 23 años, no está solo, pues pertenece al Rain City Superhero Movement (o Movimiento de Superhéroes de la Ciudad de la Lluvia), integrado por otros vengadores independientes que “laboran” en la ciudad desde el 2010.
Se desconoce con exactitud cuántos superhéroes de esta calaña patrullan en Estados Unidos, el país donde se estima que más superhéroes de carne y hueso hay.
El sitio en Internet Real Life Heroes , dedicado a estos vigilantes, contabiliza al menos 660 en todo el mundo.
Cada uno utiliza un alter ego y un disfraz alusivo a su personaje, y todos tienen su propia misión. Dos de ellos son Superbarrio Gómez, en Ciudad de México, y Knight Warrior, en Manchester, Inglaterra.
Preocupante
Si alguien le teme a estos superhéroes es la policía. Y no es que sientan que les están robando su trabajo, simplemente temen que, día a día, arriesguen su integridad física al meterse donde nadie los ha llamado.
Tal y como lo hicieron con Fodor, está en aumento la cantidad de reportes policiales de detenciones a hombres disfrazados con ínfulas de justicieros.
Para ellos, en Internet hay un instructivo que explica cómo fabricarse un escudo a la usanza de un “ Avenger urbano”, así como hay otro aventurero que busca apoyo económico para diseñarse un mejor uniforme.
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En el mismo sitio, hay asesores, como Nadra Enzi, quien se hace llamar Captain Black (Capitán Negro) y que, de forma periódica, organiza encuentros especializados, como la llamada Academia para Superhéroes.
Pero no todos los héroes callejeros representan un problema para la ley.
Por el contrario, hay algunos que aprovechan la influencia que pueden tener en sus barrios para aliarse con iniciativas positivas, como recaudar fondos y conseguir voluntarios para proyectos de beneficencia.
Algunos enmascarados se han convertido en la “cara” de campañas filantrópicas, y en eso se resumen sus actos heroicos.
Acá no se hace la recomendación de “no lo hagan en casa”, pues sería hipócrita. Lo irónico es que también se recuerda que “aquí nadie es Batman”.