Cuando Odilia Barquero Hidalgo se mira en el espejo de su habitación, dice convencida: “¡Claro, yo antes era más grande!”, y coloca su mano derecha a unos cinco centímetros de la parte superior de su cabeza, para explicar que, de joven, “medía un tanto más así”.
A sus 96 años de edad, esta adulta mayor vecina de Alajuela se extraña de haberse “encogido”. Sin embargo, lo que le sucede no es para nada algo fuera de lo común. Por el contrario, es casi una regla de la naturaleza.
Conforme las personas envejecen, es usual que pierdan talla, a razón de un centímetro por década, después de los 65 años. Así lo explica el médico geriatra Fernando Morales, director médico del Hospital Nacional de Geriatría y Gerontología Raúl Blanco Cervantes. No obstante, aclaró que hay casos mucho más dramáticos, en los que la reducción es impresionante.
Las causas
¿Por qué sucede esto? De acuerdo con René Álvarez, especialista en reumatología del Hospital Cima San José, los adultos mayores sufren pérdida de estatura por varias razones. En primer lugar, debe citarse la osteoporosis, la cual, al minar la arquitectura ósea, favorece el aplastamiento de vértebras (se acorta la distancia entre una y otra); además, pueden producirse fracturas vertebrales.
A veces, estas lesiones no causan dolor, pero comienzan a manifestarse en forma de joroba o cifosis (encorvamiento pronunciado).
Otras variables, como la osteoartritis, las malas posturas, los traumas (golpes), la genética y algunos estilos de vida, también pueden hacer que ciertas personas pierdan más talla que otras durante la vejez.
Asimismo, se ha comprobado que el sedentarismo, algunos trastornos nutricionales (como la mala absorción de los minerales y la deshidratación), el fumado, el alcoholismo, los cambios hormonales (sobre todo en las mujeres después de la menopausia), el abuso de medicamentos y la inmovilización prolongada, son causantes de pérdida ósea, así como también de disminución de la masa muscular, agrega Morales.
¿Podemos evitarlo?
El envejecimiento es un proceso natural de la vida para el que debemos prepararnos desde mucho antes, prácticamente desde la juventud. ¿Cómo? “Con una alimentación balanceada, haciendo ejercicio, evitando el licor, el cigarrillo y todos los factores de riesgo no asociados con la genética que podrían afectar nuestro organismo”, advierte Álvarez, al explicar que la pérdida de talla es algo inevitable, pero que podría minimizarse con prácticas saludables.
Morales también aconseja consumir alimentos ricos en calcio (lácteos, verduras de hojas verdes y sardinas) y suplementos de vitamina D. Explica que se debe evitar el abuso de ciertos medicamentos, aprender técnicas para mejorar la postura desde edades tempranas y realizar ejercicios de tai chi y yoga, así como terapia acuática, los que ayudan a los adultos mayores con el equilibrio y la flexibilidad del cuerpo.
Un tratamiento oportuno de la osteoporosis en los pacientes que la padecen, es otro factor fundamental para disminuir el ritmo de este proceso.
Sin duda, todo esto permitirá que las personas asimilen mejor los cambios característicos de la edad de oro y hagan de esta etapa la mejor de sus vidas.