Fue el sonido del hueso al quebrarse, ese “clac” seco y crujiente, lo que me hizo darme cuenta de que mi lesión era grave.
La bola me había quedado un poco atrás y, para poder disparar a marco, debía usar la pierna zurda, por lo que requería rotar el cuerpo unos 90 grados, apoyado sobre mi pie derecho. El movimiento no era ninguna acrobacia, pero la mala fortuna, el pésimo estado de la cancha sintética y la poca calidad de mis zapatos futboleros, hicieron que la suela se quedara pegada en la alfombra. Esto provocó que mi estático tobillo recibiera todo el peso del cuerpo, el cual intentaba girar con fuerza a la derecha. La fractura fue inminente.
Terminé en el hospital Calderón Guardia, me pasaron directo a cirugía. El dictamen del ortopedista fue más una sentencia: “No podrá caminar en seis semanas”, aseveró mientras analizaba la radiografía.
¡Todo por una mejenga sin gracia!, pensé resignado. Lo más triste es que ni siquiera anoté el gol.
En los pasadizos del hospital, entre Ortopedia, Emergencias y Rayos X, quien me topaba en el camino me decía lo mismo: “Viera cómo llegan casos como el suyo... mejengueros lesionados”.
La ecuación parece sencilla: en los últimos años, han proliferado las canchas de futbol 5 (para el 2009, se calculaba que eran 2.200 solo en el área metropolitana). Esto ha hecho más popular la práctica de este deporte y, por ende, ha elevado la cantidad de incidentes como el que yo viví.
Cotidiano
Las lesiones relacionadas con el futbol 5 o algún otro deporte de contacto ocupan la casilla 27 de una lista que enumera 120 posibles causas que ocasionan fracturas.
Las caídas y los accidentes en motocicleta se disputan los primeros lugares, según datos proporcionados por la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS).
Un total de 36 casos se registraron en el 2010; en el 2011 hubo 41, y el año pasado creció hasta llegar a 45.
Las cifras solo contemplan fracturas; no toman en cuenta los esguinces (desgarros musculares), por ejemplo, los cuales son característicos de las mejengas.
Manuel Chavarría Alvarado, médico especialista en Ortopedia, cuenta que cada vez que da consulta o realiza guardias en la sección de Emergencias del Calderón Guardia, atiende por día a unos dos pacientes que presentan algún mal derivado u ocasionado por un partido de futbol 5 aficionado.
Asegura que el 70% de los casos se presentan en miembros inferiores: tobillos, rodillas, muslos y cuádriceps.
El restante 30% corresponde a hombros, brazos, dedos de la mano o contunsiones (daño por un golpe que no causa herida) en la cabeza, entre otros.
Si bien la mayoría de pacientes no requiere intervención quirúrgica, casi todos deben cumplir un período de incapacidad que implica ausentismo laboral, además de un concienzudo reposo y, en algunos casos, terapia de rehabilitación.
Causas
El médico explicó que una de las crazones por las cuales las lesiones en el futbol cinco son tan frecuentes –además de la popularidad que ha ganado este deporte– es la mala calidad de la alfombra (grama sintética) de las canchas.
“Hay artículos recientes sobre las nuevas generaciones de canchas sintéticas que aseveran que estas son muy similares al césped natural, lo que las hace más aptas para la práctica del deporte. Lo que pasa es que muchos de los locales de futbol 5 de Costa Rica tienen canchas muy viejas, a las que no se les da mantenimiento adecuado, o que ya superaron su vida útil”, indicó.
Una cancha vieja y descuidada provoca –tal cual me pasó a mí– que las suelas se queden pegadas en la alfombra, lo que produce lesiones inmediatas o males degenerativos.
Utilizar zapatos no adecuados, como tenis hechos para correr, es otro de los factores que conducen a secuelas físicas en los fiebres del balompié.
Pero, sin duda, hay un componente que es responsabilidad netamente del deportista.
No calentar antes del partido, no practicar deporte regularmente, tener malos hábitos alimentarios y excederse en esfuerzo o en fuerza, figuran entre los pecados del mejenguero.
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Milton Rivas, especialista en salud física y rendimiento deportivo, y profesor de la Universidad Nacional, señaló como la principal y más importante recomendación para todas las personas es que, antes de iniciar una actividad deportiva regular, se hagan un examen médico básico para saber cuál es su estado físico y así descubrir qué tanto pueden rendir o qué cuidados deben adoptar.
Otro requisito indispensable antes de saltar a la cancha son los ejercicios de calentamiento. Esto parece básico, pero muchos –en medio de la fiebre por empezar a jugar– se saltan esta etapa.
“El calentamiento debe estar dirigido a la activación cardiovascular: debe contemplar trote y movilidad circular y articular; girar los brazos, las rodillas, los hombros y la cadera. Luego, durante unos cinco minutos, se pueden hacer arranques (piques de velocidad) de cinco o o diez metros, empezar suave y terminar rápido”, resaltó el experto.
Una buena hidratación y evitar comer dos horas antes de hacer ejercicio son otras prácticas fundamentales.
Rivas señaló que las personas que no hacen mucho deporte y de un momento a otro se lanzan a pista, deben hacerlo de forma paulatina: primero, un par de días a la semana; después, tres; más tarde, cinco...
Sugirió además que los futbolistas involucrados en el partido deben acordar, antes de iniciar la mejenga, la intensidad con que se va a jugar.
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Deben estar conscientes que se trata de un juego de esparcimiento. Esto, para prevenir entradas duras, patadas o golpes al disputarse el balón.
Ya para los que han sufrido una lesión, el ortopedista Chavarría y el preparador físico Rivas enfatizaron en la necesidad de la rehabilitación y en esperar el tiempo que sea necesario antes de volver al terreno de juego.
“Hay gente que ni consulta al médico, sufre un desgarre o torcedura, se espera tres días y vuelve a jugar... Piensan que se recuperan solos; eso está muy mal, las lesiones no deben subestimarse”, aseveró el médico, quien advirtió que aquellos que han sufrido una lesión son más propensos a lastimarse nuevamente.
En mi caso, por ejemplo, la prohibición de jugar futbol se levantará hasta dentro de cuatro meses (seis meses después del accidente).
Aunque a veces me queman los pies por las ganas de patear un balón, me resigno a hacer bicicleta estática. Pesa más el temor a una recaída que la fiebre de mejenguear.