Ya no era el papamóvil el que lo esperaba, sino un Mercedes Benz azul. Su chofer lloraba mientras le besaba el anillo que más tarde sería anulado con unas rayas en forma de cruz. Ascendió al cielo en un helicóptero blanco sobre la Ciudad Eterna, mientras en millones de templos alrededor del mundo repicaban las campanas en señal de agradecimiento a su pontificado.
Benedicto XVI, el papa emérito de 85 años, se convirtió en el cuarto pontífice más longevo de la historia, y en el primero que renuncia a su cargo en seis siglos, dejando ocho años de pontificado en los recuentos del Vaticano.
Su ‘herencia’
A tan solo un mes de su elección, Benedicto XVI dio muestras de su interés por acercar a la Iglesia Católica a las otras realidades religiosas. En tan corto lapso, había recibido al Dalái Lama, a los representantes del Comité Judío para las Consultas Interreligiosas, al secretario general del Consejo Mundial de las Iglesias, Rev. Dr. Samuel Kobia, y a la delegación del patriarca ecuménico Bartolomé I. Viajó tres veces a su país natal decidido a acrecentar la unión cristiana tras la Reforma Luterana. Sacerdote, feligrés y seminarista hablan sobre legado del Papa {^SingleDocumentControl|(AliasPath)/2013-03-10/RevistaDominical/Articulos/RD10-LEGADO/Impresiones-sobre-el-legado-de-Benedicto-XVI|(ClassName)gsi.gn3mmedia|(Transformation)gsi.gn3mmedia.RevistaDominicalAudioPlayer^}
De hecho, en agosto del 2005, fue el primer papa en visitar un templo judío en Alemania. Y en octubre del 2011, se reunió con más de 150 representantes de las principales religiones del mundo en el II Encuentro Interreligioso convocado por él mismo.
Las relaciones externas fueron más propicias que las internas. El hecho de que salieran a la luz una serie de casos de abuso sexual cometidos por sacerdotes y religiosos condujo a una crisis en la Iglesia y a un cambio metodológico en la admisión de jóvenes en los seminarios religiosos.
“Es necesario realizar una limpieza”, fueron sus palabras en abril del 2005, siendo aún el cardenal Ratzinger. Algunos sectores han manifestado su insatisfacción ante la anunciada limpieza, pues opinan que nunca se dio. Los críticos mencionan el caso del obispo estadounidense Robert Finn, de Kansas –condenado por no denunciar sospechas de abuso infantil–, quien no fue removido de su cargo.
Empero, otros sectores califican la acción de Benedicto XVI como una “limpieza silenciosa”, pues durante su pontificado se multiplicaron las dimisiones obligadas. De acuerdo con un conteo extraoficial realizado por el Vatican Insider , de abril del 2005 a octubre del 2010 dejaron su puesto 77 obispos, un promedio de 1 cada 36 días.
“La acción purificadora de Benedicto XVI ha creado fastidio”, declaró el 18 de junio de 2012 el secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone cuando el escándalo de la filtración de documentos confidenciales –los llamados Vatileaks – estaba en su punto más álgido.
Otro hecho polémico más antiguo fue el levantamiento de la excomunión a cuatro obispos de la Fraternidad San Pío X, conducidos por Marcel Lefevbre. El Papa emérito anunció que estos obispos fueron excomulgados no porque estuvieran contra el Concilio Vaticano II, sino porque fueron ordenados sin consentimiento papal.
Ratzinger escribió tres encíclicas, para algunos, su principal legado. “Deus caritas est” , la primera de ellas, es una propuesta hacia la “revolución del amor en un mundo en el que se usa y abusa de este sagrado término”.
‘Año de la fe’
En el 2010, creó el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, una nueva estructura del Vaticano que respondiera a la principal estrategia de su papado: revitalizar la fe, en especial en los países europeos. Justo a su salida, quedó abierto el “Año de la fe”, una oportunidad para aplicar esta estrategia.
A Costa Rica le dejó la esperada fundación de la Diócesis de Cartago, la cual fue reclamada al Vaticano por largo tiempo. Y a los tuiteros, una cuenta del papado, que por ahora está suspendida hasta que se ocupe la sede vacante. ‘Gracias por vuestro amor y cercanía. Que experimentéis siempre la alegría de tener a Cristo como el centro de vuestra vida’, fue el último tuit del emérito Papa, quien logró insertarse en la lógica de comunicación moderna dejando de lado la tecnofobia característica de los monseñores vaticanos.
El arzobispo Hugo Barrantes habla sobre Benedicto XVI {^SingleDocumentControl|(AliasPath)/2013-03-10/RevistaDominical/Articulos/RD10-LEGADO/Hugo-Barrantes|(ClassName)gsi.gn3mmedia|(Transformation)gsi.gn3mmedia.RevistaDominicalAudioPlayer^}
Ahora descansa en unos zapatos marrones, ya no rojos como los que calzaba cuando era el Papa. Se reclina a orar con una sotana blanca más sencilla que la anterior, y se presume que reza por su sucesor, por la Iglesia y por el mundo.
“Él no abandona la Iglesia, no baja de la cruz, porque su adhesión a la voluntad de Dios es para siempre”, dice Tarcisio Bertone, quien ahora es el encargado del Vaticano hasta que haya nuevo Papa.
En días próximos, en millones de iglesias alrededor del mundo, repicarán las campanas y un humo blanco anunciará a los católicos que ya hay un sucesor. Entonces, habrá dos Papas y una nueva realidad.