Lo que a un humano podría generarle náuseas, a otras especies animales más bien les hace agua la boca.
Un pedazo de carne en proceso de descomposición es un sabroso delicatessen para los buitres o zopilotes, mapaches y otros animales carroñeros. En cuanto a las aves rapaces, para almorzar, esperan encontrase algún espécimen en descomposición para devorarlo.
¿Alguna vez se ha preguntado por qué usted debe tener cuidado al comer una carne sin cocinar y a ellas más bien los sacia?
La clave de esta diferencia se encuentra en su sistema digestivo, que está adaptado para tal fin.
La zootecnista Marian Solano explica: “Si un ser humano, o cualquier animal no carroñero, ingiriese una carne en descomposición va a tener serios problemas a nivel digestivo, se produce una indigestión tanto por las bacterias como por las toxinas que produce. Eso, a su vez, puede producir vómitos y diarrea e incluso, a veces, laceraciones a nivel de los órganos”.
Una carne en estas condiciones puede estar infectada con bacterias como la salmonella, e coli o clostridium, todas ellas nocivas para el sistema humano.
Los animales carroñeros –pero en especial los buitres– poseen ácidos estomacales increíblemente poderosos, capaces de destruir hasta a las bacterias más mortíferas, como el ántrax y la que causa el cólera o el botulismo.
Esto quiere decir que un buitre es capaz de alimentarse con una carne en descomposición aunque haya sido una toxina la que haya acabado con la vida de la presa.
Solano explica que el pH de los carroñeros es más bajo de lo normal. “Si entra un patógeno, ahí mismo se deshace, porque cae en un medio ácido y cuesta más que sobrevivan”.
En enero, un artículo publicado en la BBC señalaba que los buitres representan el apetito más grande de África, dejando atrás a otros animales silvestres como los leones, hienas o leopardos. Además señala que son los máximos recicladores, aprovechando hasta los últimos restos de animales muertos, evitando así la propagación de ciertas enfermedades.