Narices

Quizá creen que su misión en la vida es primordialmente ornamental

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Un café de la Plaza Saint-Michel. A mi lado, dos muchachas comen crepas con un brebaje azul, que igual podría ser un exótico cóctel, o Tronex. Ambas narices cubiertas por esparadrapo. Simétricas, manufacturadas “en serie”. Extensas manchas violáceas anillan sus ojos de sombra, y bajan sobre las mejillas. ¿Un infortunado encuentro con Mike Tyson o Carlos Monzón? No: el primero es “ a born again christian ”, y el segundo ya se murió.








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