El 19 de abril pasado, bajo una lluvia intensa, Nicolás Maduro subió a un escenario junto al Palacio de Miraflores, sede del gobierno bolivariano en Caracas, Venezuela. El mandatario se acercó al micrófono y dijo: “Tres años después, puedo decir que he cumplido. Tres años por el pecho, oligarquía. Y los que faltan oligarquía”.
Sus declaraciones parecen ser, ahora mismo, provocadoras y no necesariamente fundamentadas. De acuerdo con el diario español +El Mundo, los índices de apoyo popular de Maduro son pírricos. Cita el medio castellano que, de acuerdo con las encuestadoras Datin Corp y Delphos, solo un 15% de la población venezolana está de acuerdo con la gestión de Maduro. Según Hercón, otra consultora, “el 78% de los venezolanos estima que la economía, una de las peores del mundo, mejoraría con la salida de Maduro”.
“Este es el camino, el camino del poder popular. Un día como hoy me juramenté como primer presidente chavista de la historia revolucionaria de nuestra patria”, agregó aquel día el sucesor de Hugo Chávez. “Ellos decían que Maduro no duraba una semana. No es Maduro, ¡es un pueblo, es una historia!”.
Ellos. ¿Quiénes son ellos ? La oposición que clama la salida de Maduro del gobierno, liderada por –entre otros– Henry Ramos Allup, quien en diciembre pasado se convirtió en presidente de la Asamblea Nacional –el órgano legislativo del gobierno venezolano–, luego de conseguir una victoria aplastante en los comicios parlamentarios.
Esa fue la primera derrota del chavismo en 17 años.
El surgimiento de la oposición es reflejo de un malestar en constante crecimiento entre la mayoría de los venezolanos, muchos de los cuales han optado por escapar de un país que aparenta estar –en término económicos y democráticos– en ruinas: de acuerdo con datos de la Universidad Simón Bolívar, en Caracas, 1.5 millones de venezolanos han abandonado el país. La mayoría de ellos vive en Estados Unidos, España, Colombia y Panamá.
La situación es crítica, o al menos así la describen la mayoría de medios de comunicación, organizaciones no gubernamentales y testimonios de venezolanos en todo el mundo. Justo esta semana, el Fondo Monetario Internacional pronosticó que la inflación del país llegaría al 700% durante el 2016.
Hay que decirlo: el gobierno venezolano ha intentado poner un freno a la hemorragia que sufre el país. En noviembre pasado se logró dar pensión a 50.000 ciudadanos. Solo durante el 2015 se decretaron cuatro aumentos del salario mínimo, y ese mismo año se entregaron un millón de viviendas dignas para las personas más necesitadas.
Sin embargo, los indicadores económicos están todos en su contra. El Producto Interno Bruto se desplomó un 6%, el desempleo llegó al mismo 6% y el 73% de los hogares en el país son pobres. Además, los servicios públicos atraviesan una severa crisis: el sector público del país ahora trabaja una semana laboral de dos días, provocada por la crisis eléctrica.
La debacle del país ha potenciado el apoyo a la oposición, y figuras como Henry Ramos Allup han cobrado cada vez mayor relevancia y liderazgo en la lucha política de Venezuela.
De Ramos Allup se acordó Maduro durante su discurso celebratorio. “Prepárate, te va a llegar tu hora”, dijo el mandatario ante una Caracas bipolar: si frente al Palacio el oficialismo celebraba haber llegado a la mitad del mandato de Maduro, la oposición celebraba lo mismo pero por motivos distintos.
Pasa que en 1999, Hugo Chávez impulsó la aprobación de una Constitución Bolivariana para Venezuela. En dicha carta magna se incluye una herramienta que Chávez diseñó para empoderar al pueblo ante los mandatarios –es decir, ante el propio Chávez y, ahora, ante Maduro–. Se llama referéndum revocatorio, y permite exigir la dimisión del presidente una vez cumplida la mitad de su mandato, la que Nicolás Maduro cumplió el pasado 19 de abril.