Revista Dominical

Hace 50 años

Para mañana, cualquiera ofrece el cielo y la tierra, pero el ayer habla de quiénes son hoy

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Como bien se ha formulado, “el pasado es un extraño país; allí las cosas se hacían de otra manera.” De otra manera, en efecto, se hacían en este país las cosas hará unos 50 años. Las familias podían ser de siete, ocho, diez hijos. Las señoras inmolaban la mañana de su sábado –el cráneo embutido en una secadora tipo casco de astronauta– en el salón de belleza. Los niños veíamos dibujos animados en inglés. No, no entendíamos inglés. Las señoras, hartas de peinarse extrañas melenas infladas plastificadas con laca, decidieron usar pelucas. (Que también eran extrañas melenas infladas plastificadas con laca.) A las jovencitas se les publicaba al cumplir quince, por tan digna hazaña, una foto de cuarto de página en el periódico (peinadas, ¿ah, no?, con la misma bendita bomba tiesa). Había marimberos que por cinco colones tocaban tres piezas al frente de tu casa.








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