Eran las 2:02 a. m. del 12 de junio. Se escucharon disparos. A las 2:09 a. m. la página de Facebook del club Pulse, en Orlando, escribió un aterrador mensaje: “Que todo el mundo salga de Pulse y sigan corriendo”.
Al menos cincuenta personas fueron asesinadas esa noche en el ataque más mortífero de Estados Unidos, desde los atentados del 11 de setiembre del 2001.
“En un sacudido Orlando, perros de consuelo llegan con 'amor incondicional'”, titulaba The New York Times cuatro días después.
El lunes siguiente, 12 golden retrievers llegaron a la ciudad de Florida. Tenían una de las tareas que parecerían más imposibles en un lugar azotado por la tragedia: ofrecer consuelo a los sobrevivientes, a los familiares de los fallecidos y a los médicos que atendieron la emergencia.
Son parte del equipo K-9 Comfort Dogs, un programa fundado en 2008 por la Iglesia Lutereana. La organización ha ofrecido alivio a las víctimas y familiares de –entre otros eventos– el atentado en la maratón de Boston (2013) y el tiroteo en la escuela Sandy Hook, en Connecticut.
Tim Hetzner, presidente de la caridad, explica que los perros ayudan a proporcionar una sensación de seguridad, lo que les permite a las personas bajar la guardia y expresar sin temor su vulnerabilidad durante momentos difíciles.
"Hemos tenido un montón de personas aquí que empiezan a acariciar al perro y rompen a llorar", manifestó. "Con los miembros de la familia, pasamos tiempo con ellos, y ellos aprecian tener algo positivo sucediendo después de los últimos días. Los perros muestran amor incondicional".
La terapia emocional y física canina ha ido, con el tiempo, expandiendo sus límites.
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Una de las que se ganó la atención de los medios fue Lulu, la goldendoodle miembro del equipo de la funeraria neoyorquina Ballard–Durand.
Sandy Del Duca se encontraba en el funeral de su padre cuando vio a la colocha perrita bajar las escaleras. Pensaba que solo era la mascota del dueño.
“Esa perra me miró a los ojos y estaba listo", le dijo a AP. "Parecía saber exactamente lo que necesitaba. Un funeral es un funeral, no es una cosa agradable. Pero Lulu le dio al servicio una atmósfera familiar y lo convirtió más en una celebración”.
Mark Krause, dueño de la funeraria Krause, en Milwaukee, también ha agregado el servicio de perros de consuelo a su centro.
“Los perros son la única criatura que nos quieren más que a sí mismos”, dice. "En una funeraria, las personas, por lo general, están al borde e incómodas. Pero todo se ilumina cada vez que reciben a un perro".
Mateo Fiorillo, dueño de Lulu, coincide y asegura que casi el 90% de familias a las que se les ofrece tenerla cerca en los servicios fúnebres, aceptan.
"Es tan cariñosa y sociable. Sólo acariciarla es una distracción sutil del dolor por el que estas personas están pasando”, asegura. “Es muy reconfortante para las familias. Se conecta con la gente en un nivel diferente del que nosotros podemos”.