“El bombazo ocurrió poco después de las 11:00 locales en la avenida Caracas con calle 74. En el sector se ubican numerosas empresas y universidades, con constante presencia de transeúntes, especialmente estudiantes. (...) La Policía Metropolitana de Bogotá responsabilizó a las FARC por el atentado terrorista que mató ayer a dos personas e hirió a 41, y cuyo objetivo era el exministro Fernando Londoño”.
Este relato de una agencia internacional de noticias no es de los años 80, cuando el conflicto entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC estaba en su época más sangrienta. No. Corresponde al 16 de mayo último.
Desde 1964, cuando se fundaron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), los ataques no han cesado. Ni entonces, ni ahora.
Son casi cinco décadas de matanzas en ciudades y montañas de Colombia, que han cobrado 600.000 vidas, cientos de miles de desplazados y millones de personas torturadas en el conflicto armado más prolongado de América Latina.
En tres ocasiones, diferentes presidentes han intentado entablar conversaciones de paz. El cuarto proceso –que aspira ser exitoso y convertirse en el último–, salió a la luz pública en agosto pasado.
La última negociación de paz con las FARC consumió cuatro años en la región del Caguán, hasta su ruptura en febrero del 2002.
El presidente Juan Manuel Santos, se comprometió a no repetir “los errores” de los otros intentos, y las FARC, en la voz de su líder, Rodrigo Londoño, alias Timochenko , aseguran estar dispuestas a dialogar “sin rencores ni arrogancias”.
El primer acercamiento se dio el 17 de octubre en Oslo, Noruega, nación que, junto a Cuba, actuará como país garante. Igualmente, Venezuela y Chile acompañarán las conversaciones de paz.
Por supuesto que hay miedo, y mucho pero mucho recelo.
La población está dividida y no creerá hasta ver resultados.
Como garantía de su palabra, las FARC anunciaron un alto el fuego unilateral de dos meses en todo el territorio, entre el 20 de noviembre y el 20 de enero. No hará lo mismo el gobierno, que mantendrá los operativos militares para garantizar el orden.
Por ahora, ambas partes han firmado un plan. Algo así como una hoja de ruta para guiar, no solo las conversaciones, sino el eventual acuerdo al que se llegará en cuestión de meses.
La fe está depositada en estos cinco puntos: el desarrollo rural; la participación política de la oposición y de nuevos movimientos; el fin del conflicto que incluye cese el fuego y abandono de las armas; la solución al problema de las drogas ilícitas, y los derechos de las víctimas.
Ángela Ávalos R.