Una potente luz roja emitida por el láser de pistola se enciende y recorre la etiqueta de cabeza a pies. Le sigue un “bip” sonoro, rápido y preciso. El producto acaba de ser registrado correctamente. Bendito código de barras.
El consumidor no siente el trámite pero con solo esta lectura veloz, el escáner de códigos ya revisó y corroboró mucha información del producto: desde dónde fue empacado y quién lo distribuyó hasta el lote al que pertenece y cuál es su fecha de caducidad. No importa si se trata de una papaya, un almanaque o un televisor de pantalla plana; la historia siempre es la misma.
El código de barras tradicional –el que encontramos impreso o pegado en incontables productos– está cumpliendo 40 años de convertirse en el lenguaje global de los negocios.
Fue en 1973 cuando el conjunto de barras paralelas (negras y blancas) de diferente grosor se popularizó después de casi dos décadas de ser usado únicamente en procesos de registro cerrados.
El primer código de barras en ser registrado fue un paquete verde de chicles marca Wrigley’s, en el supermercado Marsh, en Troy, Ohio (Estados Unidos). Actualmente, se escanean a diario más de 5.000 millones de productos provenientes de cerca de 2 millones de empresas a nivel mundial.
Desde hace 40 años la ONG GS1 es la encargada de administrar y normar todos estos códigos y asegurar que cada uno sea único, dándole a cada producto una especie de cédula de identidad. Para esto, los códigos varían en el grosor de sus barras y además, en la cantidad de dígitos que contienen, que (a nivel comercial) pueden ser 8, 12 ó 13.
Además, cada país tiene un código regional, por ejemplo el 744 indica que un producto fue fabricado en Costa Rica.
De larga vida
Años después de la aparición del código de barras unidimensional, apareció el Datamatrix y más recientemen- te el QR ( quick response ). Este es un patrón de cuadros oscuros y claros que incluye más información que su predecesor pero además puede ser leído por teléfonos celulares con lectores ópticos de imagen.
“No vemos que, en el corto o mediano plazo, el código de barras desaparezca aunque cada vez es más frecuente que coexistan ambas simbologías”, afirma Guillermo Varela, director de asuntos corporativos de la Asociación GS1 en Costa Rica.
Recientemente en el país se le colocó un código de barras a los chances, mientras que, de ahora en adelante, las envasadoras de gas estarán obligados a ponerles código de barras a todos los cilindros y válvulas que vendan.
El mercado parece decir “¡larga vida a las barras!”.