El día en que Costa Rica clasificó al Mundial, a la mitad del país le pasó por la cabeza hacer maletas para irse a Brasil. Dentro de esa mitad, estaban Sebastián, Ricardo y Oliver, tres amigos que, después de varios meses de planearlo, efectivamente van para allá. Digo “van” porque aún están de camino; no han llegado.
A Brasil se puede viajar de muchas formas, pero ellos tres decidieron hacerlo en carro. Pasarán por Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay y Argentina en un 4x4 pintado de blanco, azul y rojo. Es un carro que, sobre sus cuatro ruedas, carga –además de maletas, tiendas de campaña y atunes para el camino– el corazón de tres hinchas que gritarán, a todo pulmón, el nombre de Costa Rica.
Al carro le pusieron El Chunche , en parte porque es la palabra oficial para nombrar a cualquier cosa que no tenga nombre, y también en honor al jugador de fútbol que tiene tal sobrenombre. Le pintaron los colores patrios en la tapa para viajar debidamente identificados.
Evidentemente, un carro pintado de colores que viaja por tierra hasta Brasil no pasa inadvertido. Ya están en Colombia y desde allá comenzaron a llegar los reportajes de los tres ticos que van para el Mundial en un chunche.
El viaje lo hacen un poco con esa idea: aparecer en medios de prensa para que la gente en Costa Rica se entere de cómo les va en el camino. Igualmente, usarán las redes sociales para contar sus historias y en canal 7 les dieron un espacio para que todos los jueves actualicen los detalles de su recorrido.
Ricardo Cerdas opina que con tanta exposición lograrán convertir a todos los ticos en pasajeros. De hecho, a todo el proyecto lo denominaron Subite al Chunche , con ese mismo objetivo: que El Chunche sea de todos.
La presencia ante cámaras también la están aprovechando para dar a conocer el trabajo que realizan algunas ONG que se han topado en el camino. En Costa Rica, visitaron varios proyectos que usualmente no tienen espacio en los medios de comunicación, entre ellos, el Proyecto Daniel que apoya a adolescentes con cáncer, o la fundación Lifting Hands , que lidera proyectos para promover la educación.
Grandes planes
Los preparativos para llegar a tiempo a la sede del Mundial comenzaron hace meses. Oliver Nowalski es ingeniero y fue quien tuvo que entenderse con los permisos para sacar el carro del país.
En la logística, ayudaron todos. Por ejemplo, tomaron la decisión de comenzar el viaje por tierra en Colombia y enviaron el vehículo hasta allá por mar. La razón es que en la frontera entre Panamá y Colombia, la seguridad se complica en la zona conocida como el tapón de Darién, e incluso hay partes del camino donde no existe carretera.
Sebastián, quien es periodista, y Ricardo, que trabaja como productor audiovisual, van a encargarse de la documentación del viaje, y entre todos, llenaron al Chunche de insignias con las marcas de los patrocinadores que han ayudado a financiar el viaje.
“Muchísima gente se apuntó y nos ayudó a sacar todo adelante. Desde un amigo abogado que nos dio recomendaciones para terminar todos los trámites, hasta gente que no conocíamos y que ayudó para que saliéramos a tiempo”, cuenta Ricardo.
Por segunda vez
Toda la idea surgió como una especie de continuación de la primera experiencia que tuvieron Sebastián y Oliver en un Mundial.
Para la Copa del Mundo en Sudáfrica, ambos se apuntaron como voluntarios de la FIFA y viajaron a aquel continente para ayudar en los partidos.
“Sebas y yo nos conocíamos desde hace años. Por aparte, concursamos para el programa de voluntarios y, cuando nos vimos en la lista de seleccionados, nos pusimos de acuerdo para irnos juntos”, cuenta Oliver.
Estando allá, se les hizo muy difícil moverse en transporte público por todo el país, por lo que rentaron un vocho blanco para viajar entre las distintas sedes de los juegos.
“El señor que rentaba los carros dejaba que uno los pintara. Así que nosotros aprovechamos y le pintamos la bandera de Costa Rica en la tapa. También le dibujamos un número 20 y le pusimos El Chunche , en honor a Mauricio Montero.
El nuevo Chunche no es un vocho , pero heredó el nombre y la bandera en la tapa de su antecesor.
Estando en Sudáfrica, Sebastián y Oliver cuentan que a todo el mundo le llamó la atención el carro. “La gente se nos tiraba encima y se tomaba fotos con nosotros... A pesar de que Costa Rica no fue al Mundial, ambos vimos en El Chunche una manera de representar al país en el extranjero”, dice Oliver.
Incluso, un grupo de periodistas ticos que estaban en África cubriendo los partidos, hicieron una serie de reportajes sobre ellos.
En aquel momento, Sebastián sacó sus dotes periodístics y grabó con una cámara compacta muchas de las experiencias vividas. Luego, comenzó a enviar esas imágenes al canal de noticias CNN y se convirtió en un reportero más que informaba desde Sudáfrica.
Gracias a eso, a Sebastián le ofrecieron un trabajo en CNN en Atlanta para que se encargara de la sección de iReport .
“Aquel viaje nos cambió la vida”, cuenta Oliver, “fue una experiencia increíble y esa fue una de las razones por las que quisimos repetirlo en este Mundial”.
Mientras Sebastián trabajaba para CNN, conoció a Ricardo. Él le ayudó como camarógrafo en muchos trabajos para el canal y juntos viajaron por todo el continente realizando reportajes. Allí comenzó la amistad. Ahora Ricardo se les une al viaje.
Los tres son protagonistas de una historia que ya comenzó. Salieron del país este Viernes Santo con destino a Colombia. Allá recogieron el auto, que llegó en barco hasta el puerto de Santa Marta.
En la página de Facebook SubitealChunche ya hay selfies de los tres muchachos junto a la estatua de Pibe Valderrama en Colombia, imágenes de los atardeceres que han visto de camino y la historia del primer enfermo del viaje.
Una aventura
Los tres tienen 26 años, una edad en la que sobran las excusas para viajar, y este recorrido lo ven como una de esas oportunidades que se presenta una vez en la vida.
Todos dejaron sus trabajos para convertirse en nómadas y lo cuentan con una emoción enorme, como quienes postergan compromisos para dedicarse a vivir.
Ahora, el trabajo de los tres será atravesar el sur recogiendo historias, como embajadores de todo el resto de la afición tica que se quedó en casa pero con la misma fuerza en los pulmones, deseosa de gritar “¡Costa Rica!” frente al televisor.