En el 2001, cuando el servicio de intercambio de archivos en línea Napster murió, las grandes casas disqueras –que con su mercadeo y promoción intentan llevar a sus artistas al tope de las listas de popularidad– señalaron que el programa era un método para robar música.
Lo que esas compañías multinacionales no vieron en ese entonces fue que Napster era la punta de lanza de una revolución significativa en los hábitos de consumo de música e, incluso, de entretenimiento.
Unos meses después, Steve Jobs, el presidente de la compañía informática Apple, supo llenar ese vacío en la venta de música digital y capitalizarlo lo suficientemente bien como para atraer a las disqueras.
Con esta idea revolucionaria bajo el brazo, Jobs logró establecer contratos con las cinco discográficas más grandes del mundo (EMI, Universal, BMG, Sony Music y Warner Bros) y así, empezar a darle forma a la tienda más importante de música en Internet.
Luego de más de un año de negociaciones, el 28 de abril del 2003 se lanzó la tienda iTunes, , una plataforma para la venta de música en línea en la que la mayoría de canciones costaba $0.99 (poco menos de ¢506). La tienda estaba ligada al programa iTunes, un reproductor de música producido también por Apple.
Además del antecedente de Napster, iTunes también fue posible gracias a lo poco atractivo que la gente empezaba a encontrar al disco compacto –que ya llevaba más de veinte años en el mercado– y lo mucho que se estaba vendiendo el iPod, el reproductor de Apple. El cambio de formato era un asunto verdaderamente inevitable.
Igualmente, el bajo precio de las canciones (los discos cuestan alrededor de $10 (unos ¢50.600) y el que no fuera necesario pagar una tarifa mensual para utilizar el servicio, también influyeron para que el producto fuera tan exitoso como terminó siendo.
iTunes celebró a la canción más que el álbum, o por lo menos hizo de eso un acto legal y transparente. Con un mercado colmado de discos llenos de canciones de relleno, iTunes ofrecía la posibilidad de bajar los tracks específicos de cada disco, en lugar del paquete completo.
En diez años de existencia, la tienda ha pasado de tener tan solo 200.000 canciones a 26 millones de temas disponibles para su descarga inmediata al ordenador. Anualmente, la compañía genera $2.4 billones, comparado a los $278 millones que ganó en su primer año.
Actualmente, iTunes no se especializa únicamente en música, sino que es una grandiosa fuente de entretenimiento de toda forma: películas, programas de televisión, podcasts , libros, videojuegos y aplicaciones para iPhone, su héroe de la telefonía celular moderna.
Entre los beneficios que trae para los artistas está que, al vender música por ese medio, se ahorran la impresión y el tiraje de cientos de miles de discos, y venden únicamente el producto fundamental para el público: la obra musical.
Adicionalmente, iTunes se ha convertido en un nuevo medio de exposición artística, por lo que sus secciones destacadas sirven para levantar las ventas de determinado álbum, y los músicos contemporáneos ofrecen canciones exclusivas para todos aquellos que compren sus discos por medio de iTunes.
Con un aproximado de 435 millones de clientes alrededor del mundo, Apple ahora busca otro norte. La nueva idea de la compañía estadounidense es competir con los servicios de streaming (escuchar música en línea), como Spotify y Pandora, los cuales cobran una tarifa mensual a cambio de escuchar música, cuando y donde sea.
Para contrarrestar la demanda por ese tipo de servicios, y el éxito de sus competidores directos (como Amazon MP3 y Google Music), se rumora que Apple lanzaría en algún momento de este año una suerte de programa de radio en Internet que permita el stream de música.
Por el momento, las conclusiones sobre iTunes están sobre el tapete. Bien lo dijo la Rolling Stone días atrás: “Siempre habrá ladrones de música en línea, pero la mayoría de los consumidores solo querían una forma fácil y legal de descargar canciones...”