Londres (AFP). Con sus drásticos recortes en las artes y su política social sin concesiones, Margaret Thatcher desencadenó una revolución cultural en el Reino Unido, generando una creatividad artística sin precedentes, a menudo feroz y a sus expensas, especialmente visible en la música.
El exvocalista de The Smiths, Morrissey , uno de los líderes del movimiento anti-Thatcher que le dedicó la canción “Margaret on the Guillotine”, volvió a arremeter el lunes, después de la muerte de la exprimera ministra, contra una mujer “brutal” y “sin un átomo de humanidad”, que “odiaba las artes”, entre otras cosas.
Para David Khabaz, autor de un libro sobre el legado cultural de Thatcher , Problemas contemporáneos en la cultura popular , la Dama de Hierro tuvo "un impacto fenomenal en el paisaje cultural del Reino Unido creando una violenta reacción ideológica".
“Fue un movimiento paradójico: si no hubiera atacado de esa manera las artes, nunca hubiera aparecido la vertiente crítica del arte intelectual”, agregó.
Thatcher llegó al poder en 1979 y entre sus polémicas reformas figuró la supresión de recortar progresivamente la financiación del Consejo de las Artes, un organismo establecido después de la Segunda Guerra Mundial para poner la cultura al alcance de todos.
En la línea de sus férreos principios económicos ultraliberales, consideraba que los artistas -muchos de ellos considerados de izquierdas y críticos con el gobierno- debían arreglárselas por sí mismos, como el resto de la población.
Además de los recortes, lo que alimentó la ira del mundo de la cultura fueron sus políticas que destruyeron empleos en las minas y otras industrias, su inflexibilidad hacia los presos del Ejército Republicano Irlandés (IRA), su alianza con Estados Unidos contra el comunismo y su guerra de las Malvinas.
“Thatcher polarizó la sociedad mucho más que nadie antes que ella... Lo que leías, lo que veías, lo que escuchabas señalaba si eras pro o anti Thatcher”, estimó por su parte David Christopher, autor de Cultura británica, una introducción.
Aunque también afectó a la pintura, al cine, al teatro, a la literatura e incluso a la moda, fue en la música donde la reacción a las políticas de Thatcher fue más manifiesta y violenta.
Antes las elecciones de 1987 en las que logró un tercer mandato, el movimiento anti- Thatcher Red Wedge , liderado por Billy Brag, organizó conciertos con The Communards, Madness, Elvis Costello, Sade o The Smiths en favor de los mineros y del partido laborista.
En 1988, Morrissey tuvo el “sueño maravilloso” de ver a “Margaret en la guillotina”. Al igual que esta diatriba, decenas de canciones pidieron su dimisión o desearon su muerte, denunciando a la que “toma el té con Pinochet” o ha convertido a Inglaterra en la “puta del mundo”.
Ese mismo año, los estudiantes del Goldsmith College organizaron la exposición Freeze para presentar su obra en un sórdido almacén. Entre ellos estaba Damien Hirst, quien luego de convirtió en uno de los artistas más cotizados del mundo.
Varias galerías, como la de Charles Saatchi, también servían de plataforma para esta contracultura.
Una causa de irritación constante para Thatcher fue la BBC, financiada por el canon televisivo y por lo tanto independiente, que emitía programas y series muy criticados como Panorama .
“Thatcher odiaba la BBC hasta que consiguió nombrar dirigentes con simpatías hacia el gobierno”, precisó David Chistopher.
Channel 4, la cadena de televisión pública financiada por la publicidad y creada en 1982, realizó por su parte películas sociales destinadas a la televisión que conocieron un gran éxito en el cine. Fue el caso de My Beautiful Launderette (Mi bella lavandera), dirigida por Stephen Frears y escrita por Hanif Kureishi.
Ambos se distinguieron entre los creadores de obras realistas sobre la clase obrera y los oprimidos del thatcherismo, al igual que los cineastas Ken Loach o Mike Leigh y el dramaturgo y premio Nobel de Literatura Harold Pinter.
Esta creatividad perduró después de que Thatcher dejó el poder en 1990. A principios de 2008, un teatro de Londres montó La muerte de Thatcher .
En 2011, fue Hollywood el que se apoderó del personaje, para un retrato más matizado aunque no menos criticado de una Margaret Thatcher anciana y aquejada de demencia senil en La Dama de Hierro , que le valió a la estadounidense Meryl Streep un tercer Oscar de mejor actriz.