Chicago, Illinois, EE. UU. Grant Park, en el centro de Chicago, es una vez más el escenario de uno de los festivales de música más importantes a nivel mundial. Se trata de Lollapalooza, una enorme congregación de fanáticos para disfrutar de bandas de distintas partes del mundo, ya sean consolidadas o nuevas en la escena, que atraviesan varios géneros, desde electrónica hasta soul , pasando por el infaltable rock .
Ocho tarimas abren paso a más de 100 artistas, que harán su propuesta musical a un público que alcanza las 100.000 cabezas por día.
En su presentación, el dúo The Black Keys no dejó duda del gran momento que atraviesan. Presentándose en el mismo horario que los veteranos y recién reagrupados Black Sabbath, solo el tiempo diría a cuál grupo escogerían los asistentes para cerrar su día en Lolla.
Los Keys llenaron a más no poder el espacio que le correspondía a la tarima Red Bull Soundstage, donde se presentaron, dejando a Black Sabbath con una cantidad considerablemente más pequeña de asistentes, en el otro extremo del parque, en la tarima Bud Light.
Si bien, los que acompañaron a Ozzy Osbourne disfrutaron de un gran concierto, se vieron opacados en cantidad por la muchedumbre que se decidió por ver al dúo de Ohio, en una proporción de apróximadamente 4 a 1, es decir, solo una cuarta parte de la totalidad de personas en Grant Park se decidieron por los experimentados metaleros .
En escena. Los Black Keys , desde el primer momento de su presentación, le retribuyeron a su público la escogencia. Fue con Howlin' for you que los Keys tomaron el escenario; saliendo detrás de una inmensa cortina de humo y buscaron sus posiciones al frente de la tarima.
En el caso de esta agrupación, la batería deja de estar al fondo del escenario, como se acostumbra, y pasa a estar lado a lado del micrófono principal.
Así es como el vocalista y guitarrista, Dan Auerbach, y el baterista, Patrick Carney, dan su show , acompañados por otros músicos y una inmensa pantalla de leds detrás de ellos, que va de extremo a extremo de la tarima, y no deja de proyectar imágenes y diseños psicodélicos, que van a ritmo con sus canciones.
La energía en escenario de esta banda es increíble, al igual que la evidente química que comparten. Auerbach se gana al público desde el primer segundo en el que sale y dedica una enorme sonrisa, cosa que no deja de hacer durante todo el show, y al mismo tiempo, no olvida poner atención a las cámaras que le siguen para el circuito cerrado de video, todo esto mientras evidencia su talento con varios solos de guitarra, un frontman de lujo.
La conexión que estableció Black Keys con los asistentes fue muy fuerte y difícil de olvidar, especialmente cuando se tiene cerca de 75.000 voces coreando rendidos ante una banda que se mostró sólida y altamente enérgica, cosa que no es de extrañar cuando se cuenta con más de 10 años de tocar y siete discos a cuestas.
Esta es una banda que llegó a la cima a punta de esfuerzo.
El sonido de los Keys es formado a base de blues, punk e indie, entre otros, para dar como resultado un rock con los más variados matices, pero rock & roll al fin, y del bueno.
A pesar de tener pausas significativas entre canción y canción, el público nunca dejó de enloquecer, causaron un delirio progresivo que animaba a las personas a gritar y aplaudir más fuerte con cada pieza que soltaban.
Avanzada la presentación, cuando tocan Strange times comenzó un juego de pólvora que solo encantó más a la audiencia, y con la canción Everlasting light , bajó una inmensa bola disco, que aumenta el juego de luces y la genial puesta en escena de la banda.
Al concluir su hora y media de concierto, el dúo acabó la velada con I got mine y antes de eso, el cantante Auerbach se despidió agradeciendo una vez más la presencia de todos: “lleguen a casa sanos y salvo, nos vemos la próxima, gracias”.
Destacados. Reunidos este año –luego de 13 separados– The Afghan Whigs demostraron que siguen haciendo las cosas igual de bien que cómo lo hicieran antes.
La banda, originaria de Ohio también, pasó por la tarima RedBull Soundstage, le siguieron The Shins y por último, los mencionados Black Keys.
Lograron aglomerar varios miles de personas, cantidad que fue en aumento a medida que iba avanzando el concierto, hasta llenarlo. La calidad de la banda es indiscutible, sigue tan vigente como siempre, y la pasión con la que el vocalista, Greg Dulli, toma el escenario es prueba de ello.
Notable la participación de uno de los nuevos integrantes del grupo, Rick Nelson, quién es multi-instrumentista, y para esta fecha tocó los teclados, violín y chelo.
Y en general, el gran valor de esta agrupación sigue intacto.
A pesar de que todo el setlist fue contundente en su poderío, probablemente la más memorable haya sido Going to town, la cual tocaron antes de concluir con Miles iz ded, que se remonta a 1992.
The Afghan Whigs no es una banda nueva. Pero, este regreso apoyado en nuevas e inteligentes adiciones, deja una sana curiosidad por ver qué deparará el futuro , como si se tratara de unos recién llegados a la industria musical.