Sufriendo los embates del clima tropical, con sudor en la frente luego de dos horas de trabajo y con muchos ojos puestos en cada movimiento de sus manos, Andras Gipp –técnico del fabricante de pianos Fazioli– dijo con satisfacción: “¡Aquí está, el piano más hermoso del mundo!”.
Así celebró el estadounidense el fin del ensamblaje del nuevo piano Fazioli 308 , de ¢87,7 millones, del Teatro Nacional. El instrumento lo compró el Centro Nacional de la Música y lo cedió en préstamo al histórico teatro mediante un convenio entre instituciones del Ministerio de Cultura.
El instrumento llegó procedente de Sacile, Italia, hace dos semanas. Luego de los trámites aduaneros, ingresó al teatro el 31 de marzo, donde permaneció guardado en su empaque original hasta ayer.
Durante las próximas cuatro semanas, el piano estará en un proceso de aclimatación, nadie lo ejecutará, simplemente permanecerá en el teatro para que se adapte a la humedad y temperatura del país.
Adriana Collado, directora del Teatro Nacional, explicó que trabajan en una actividad para presentar, formalmente, el piano al público. Aún no hay una fecha establecida, pero será pronto.
Andras Gipp agregó que como instrumento se caracteriza porque ofrece un sonido con una buena proyección y muy claro, tanto en las notas agudas, como en los registros graves.
Una característica extra que lo hace singular es que tiene cuatro pedales, en lugar de los tres habituales. Guillermo Madriz, director del Centro Nacional de la Música, explicó que esa particularidad les permite a los pianistas controlar de forma muy precisa las notas más delicadas o pianísimos.
Antes de finiquitar cuál marca comprar, Madriz consultó con varios pianistas, como Jacques Sagot, Brian Ganz y Alexander Peskanov , entre otros. Se optó por este fabricante, según el director, porque en la actualidad tiene reconocimiento a nivel mundial.
De hecho, en salas como el Carnegie Hall y el Lincoln Center cuentan con pianos similares.
El director Madriz negó que la compra del piano italiano tuviera como objetivo complacer a los músicos que no están satisfechos con el sonido del Steinway & Sons, que el teatro compró en el 2009 .
“Es una cuestión de preferencias; la compra no se hizo pensando en eliminar esa disconformidad, sino en tener un piano de la más alta calidad en el país”, afirmó.
El técnico Gipp añadió que el instrumento deberá estar en un espacio donde se pueda controlar la humedad y temperatura.
Los ¢87,7 millones que costó el piano incluyó el contrato de mantenimiento por los primeros tres años. Esto representa un mínimo de dos visitas anuales de los técnicos, además de repuestos de emergencia, como cuerdas y martillos, entre otros.
El instrumento podrá ser usado por cualquier pianista que se presente en el centenario teatro.
Ayer, luego de ensamblarlo, los pianistas Rafa Chinchilla y José Sojo se dieron el gusto de ser los primeros en tocarlo. Ambos quedaron sorprendidos que luego de miles de kilómetros de viaje... ¡el piano llegó afinado!