A las 7:04 p.m. de este sábado 19 de agosto, el público ubicado en la gradería del sector Este del Estadio Nacional se inquietó. Bulliciosos, las almas de ese lugar presionaban para que Ricardo Montaner saliera a escena.
A aquel grupo poco a poco se le empezaron a unir más voces, más silbidos y más aplausos. Había ansiedad. Había prisa.
Quizá el sentimiento mancomunado de las miles de personas que exigían el inicio del recital del artista venezolano, se debía al viento frío que soplaba en el recinto y que pronto Montaner disiparía con su voz romántica y sus temas que son oda al amor y al corazón.
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O tal vez aquella reacción urgía un reencuentro con el suramericano, cuya última cita en el país –hace exactamente dos años– se vio truncada por el tiempo.
Cualquier panorama que fuere el de anoche justificaba aquella conducta de los seguidores de Montaner, que cantó para Costa Rica las piezas más clásicas de su vasto repertorio y algunas de su último disco Ida y vuelta.
La urgencia de la masa se comenzó a saciar a las 7:30 p.m., cuando una inmensa tela negra del escenario desveló la modesta escenografía del concierto.
Con una intermitente amenaza de lluvia, el Nacional quedó en tinieblas, los reflectores se encendieron al fondo de la tarima y sonaron los primeros acordes.
Gritos ensordecedores resonaron en el coloso de La Sabana y acompañaron a las cuatro coristas y el grupo de músicos que estaría con Montaner. Así, el cantante se dejó ver.
Corazón fracturado fue el tema con que Ricardo Montaner inauguró su show en el país.
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"Buenas noches Costa Rica", dijo el artista, cuyo saludo fue correspondido con gritos y aplausos.
La velada comenzaría a tomar los matices de sublime con Será, que Montaner interpretó cubierto por una luz blanca en el centro del escenario y que fue coreada de principio a fin por los cerca de 15.000 seguidores que se congregaron para el espectáculo.
El público atendió el gusto por el tema con las luces encendidas de sus celulares y los movimientos de sus manos y cuerpos en sincronía con el romance de aquella letra, que fue antesala de A dónde va el amor y El poder de tu amor.
"Buenas noches, ¿cómo están?", refirió de nuevo.
"¿Hoy me van a dejar cantar tranquilo? ¿No me van a prender la luz hoy? Quiero que sepan que desde la última vez que me subí en un escenario de Costa Rica, me fui con más ganas, hasta el día de hoy. Estoy muy agradecido de la vida esa pura que ustedes regalan; de esa pura vida que recibo desde que llego al aeropuerto con el primer abrazo. Espero llevarme el abrazo de cada uno de ustedes. ¡Qué Dios los bendiga!", afirmó en alusión al concierto de agosto del 2015, tras ello interpretó Castillo azul.
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Alzó la voz. La melancolía se apoderaba con cada minuto de la noche y un tributo inesperado irrumpió, en busca de tener eco en Venezuela y en todos los venezolanos en el país.
Ricardo Montaner se tomó unos minutos para referirse a la situación política de su país y agradeció a Costa Rica por abrirle las puertas a sus coterráneos, quienes "huyen de la represión".
"Esto sucedió una mañana en Caracas en plena manifestación del pueblo venezolano", manifestó Montaner con su voz potente.
Un video que recogió las dolorosas imágenes del pueblo venezolano en plena manifestación se proyectó en una inmensa pantalla al mismo tiempo que la estrella latina cantó Aunque ahora estés con él.
Al finalizar el homenaje, el público mostró su empatía con Montaner.
"Ese aplauso es para el pueblo de Costa Rica, que le abrió los brazos a los venezolanos que han salido huyendo de la represión en Venezuela. Gracias Costa Rica, de parte de todos los venezolanos que estamos aquí esta noche", aludió.
Despojado del saco azul con flores negras que vestía desde el inicio, Montaner continuó la mágica noche con Solo con un beso y Ojos negros.
La extasiada audiencia estallaría de nuevo cuando Ricardo Montaner subió al escenario a una seguidora suya de primera fila, quien cumplía años y a quien el artista le entregó una toalla con la que se secaba el sudor.
Aquella muchacha fue la envidia de la noche, que perdió por unos minutos su tónica romántica con Resumiendo, una bachata que levantó de las butacas a parte de la audiencia.
El tema también permitió a Montaner moverse a lo largo del escenario e incluso coquetear con modestos movimientos de cadera. Montaner se retiró de la vista de la gente por unos minutos. La tarima comenzó a arder con La conga.
El cantante reapareció vistiendo una camisa violeta. Las luces tomaron vida. Había fiesta.
Con La conga, Montaner y el público perdieron la cordura.
Se valía porque pronto el romance seguiría embriagando la cita. Así Ricardo Montaner narraría una historia jocosa sobre Adán y Eva, una versión suya de aquel pasaje bíblico.
El cuento robó atención y risas y fue la excusa que Montaner usó para justificar el porqué escribió Bésame, la canción que siguió en su afamado repertorio, que matizó con uno de sus temas más recientes.
"¿Puedo cantar una canción nueva? Creo que ya está sonando aquí", fueron las palabras que dirigió a la audiencia antes de cantar Te hubieras ido antes, una balada pop con pinceladas de despecho, incluida en la más reciente producción discográfica del artista, titulada Ida y vuelta.
La pieza irrumpió en un setlist que rebobinó el tiempo en varios años y fue de las pocas nuevas que el cantante interpretó, porque tras ella estuvo una seguidilla de clásicos: Convénceme, Soy tuyo y las infaltables Tan enamorados y Me va a extrañar.
Cierre de lujo. Montaner se despidió de la gente quien similar al comienzo del recital comenzó a exigir la presencia del artista en el escenario, nuevamente.
Gritos iban y venían desde todas las direcciones del Estadio Nacional, que albergó la actividad con formato de anfiteatro.
Una luz azul iluminó de nuevo el escenario. Nada pasó por varios segundos, pero el sonido de una guitarra eléctrica despertó las ansias.Entre aquella luz y una nube de humo se coló, de nuevo un "buenas noches".
Montaner estaba de vuelta. Déjame llorar fue el tema con el que comenzó el epílogo de aquella presentación.
Un nuevo discurso en favor del amor retumbó por los altoparlantes, esta vez en referencia al reciente atentado en Barcelona que dejó varias personas muertes y decenas de heridos.
"Se trata de ser felices. Dios nos trajo para acá para vivir en paz, tener maravillosas familias e hijos. Hace unas horas en Barcelona, España, el mundo nuevamente sintió cómo gente que uno no logra encontrar la explicación, robó la vida de otras. Creyeron que era una forma de agradar a Dios, y Dios nos trajo aquí por un motivo esencial que es amor. Dios nos ama y jamás el pretendería de nosotros ningún tipo de atentado contra algún ser humano. Esta canción es en homenaje al pueblo español, catalán; recurrí a esta canción porque encierra en su letra una despedidas. Con todo cariño para España, Barcelona", comentó previo a interpretar Al final del arcoiris.
Con un aplauso el público también se solidarizó con la nación europea y acompañado por ese mismo aplauso Montaner arrancó con Quisiera.
De nuevo amenazó con irse. Pero esta vez ya no regresaría por esta noche. Antes de La gloria de Dios, lamentó que no pude interpretarla en aquel accidentado concierto del 2015 y saludó al público de parte de su hija Evaluna quien no pudo acompañarlo en esta oportunidad.
Para mitigar esa ausencia, Montaner pidió a la audiencia cantar junto a él la pieza, que honra la supremacía de Dios.
Fue un momento espiritual que sirvió para elevar una oración al cielo y con la que Montaner pidió bendiciones para el pueblo de Costa Rica.
Aquel encuentro íntimo y personal del cantante con Dios y el público condujo a Un hombre normal y así hasta el climax de la noche con La cima del cielo, el punto de llegada de la romántica y sublime ruta por la que Montaner llevó a los ticos de la mano de sus éxitos y su seductora voz.
Fue un reencuentro especial, añorado y que acabó, esta vez, sin interrupciones: cuando el Estadio Nacional encendió sus luces eran las 9:35 p. m., y esta vez el concierto verdaderamente había acabado.