El 2017 inició con dos mensajes de Brian Eno. El primero, un texto de 665 palabras definiendo el 2016 como un año de cambios políticos y sociales: “Fue un año bastante duro, pero me pregunto si es el final –no el comienzo– de un largo declive. O al menos el principio del final”
Su texto es un llamado al cambio, a abandonar el individualismo, el resentimiento, la envidia y a la acción: “Este es el comienzo de algo grande. Se trata de un compromiso: no sólo de tuits y likes y swipes , sino también de acciones sociales y políticas creativas”.
El segundo mensaje es el que contiene su álbum Reflection , una grabación de 54 minutos publicado justo el 1.° de enero a las 00:00 horas en distintas plataformas digitales.
El primer álbum del año llegó de las manos (y la cabeza) de un artista que crea espacios de reflexión e intimidad con su ambient music o música de ambiente y que en este álbum, pulió su “obra más sofisticada”, como él mismo lo explicó.
Decir que su música es “ de ambiente” puede sonar grosero, pero la carrera de Eno se ha tratado de crear sonidos “que sean tan ignorables como interesantes”, como lo explicó él mismo alguna vez.
Suena como un artista que se mueve en un terreno ambiguo e intangible, pero su obra es más que palpable: es abundante. Este es el décimo noveno álbum de Eno como solista y él también ha trabajado como productor en decenas de álbumes famosos.
Fue colaborador cercano de David Bowie (se le atribuye parte de las letras de temas clásicos como Heroes ), fundó en los setentas el grupo Roxy Music –pioneros del art rock–, produjo discos clásicos de U2 como The Joshua Tree y Zooropa , el Viva la Vida de Coldplay y hasta hizo el sonido de inicio de Windows 95.
Su nombre siempre ha aparecido en letra chiquita en muchas ocasiones, pero cuando lo hace en grande es para llamar la atención sobre los problemas en el mundo o para dar una nueva pieza de música.
Infinito. Reflection, como se dijo al inicio, es un mensaje y también una obra de música; es un trabajo que tiene varios pies en distintos lugares, así como él ahora usa varios recursos para presentar su obra.
Por un lado está la pieza de 54 minutos que llegó a plataformas digitales y por otro, una aplicación para iPhone, iPad y Apple TV en la que la canción varía según las horas del día.
“La armonía es más brillante en la mañana y empieza a oscurecer en la tarde hasta volver a la clave original por la noche”, explicó Eno en su sitio web.
“Mientras la obra se vuelve a iniciar (en una nueva mañana), las notas se vuelven más cortas, pero el tempo baja”, agregó el compositor.
Esta obra sigue la tendencia de sus procesos “generativos” de música y video. Para acompañar su álbum The Ship , Eno ya había hecho un video generativo uno en el que una inteligencia artificial mezclaba aleatoriamete fotografías históricas con tuits y titulares noticiosos (el experimento se puede ver en theship.ai).
En Reflection, estos procesos digitales van mucho más lejos. The Ship duraba 47:30 minutos, pero la aplicación del nuevo álbum tiene suficientes variables para que la música sea infinita y que cada persona tenga una experiencia distinta.
La aplicación también genera visuales coloridos que cambian constantemente. “Es como ver un río. Siempre es el mismo río, pero siempre está cambiando”, explicó Eno.
En su álbum fluyen sonidos de teclado cavernosos. A veces parece que solo hay un instrumento en escena pero luego de en medio de las notas largas aparecen otras con más o menos sutileza; quizá de la misma forma en que las ideas llegan a la mente en ritmos inconstantes.
Reflection es un álbum para pensar y analizar, para encender las ideas de cambio, la “agitación más silenciosa, pero poderosa” que Eno comentó en su texto de Año Nuevo.
Un disco que no tiene fin es el acompañamiento perfecto para una revolución de ideas. El mismo Eno finalizó su mensaje escrito con esa idea: “Hay mucho por hacer, hay muchas posibilidades. El 2017 deberá ser un año de sorpresas”.