Las ganas de ver en vivo a Slayer fue suficiente justificación para que 27 hondureños viajaran casi 30 horas en autobús, hasta llegar al estadio Ricardo Saprissa.
Al igual que ellos, varios amantes de la banda de distintos puntos del Istmo convergieron en Tibás. Para ellos no había excusa: había que hacer todo lo necesario por ver en escena a Tom Araya y compañía.
Willy Lima, Marvin Narciso, Mario Santos y tres amigos más hicieron el viaje desde Guatemala. Para ellos estar en Costa Rica es una grata experiencia; por eso, no lo pensaron dos veces para viajar a ver la banda que escuchaban cuando crecieron.
“Llevamos años escuchando a esta banda; no importa lo que tengamos que pagar para hacerlo”, aseguró Lima.
Este grupo de guatemaltecos no son novatos en esto de viajar fuera de sus fronteras para ver a sus ídolos; ya estuvieron en Costa Rica para los dos conciertos de Iron Maiden (2008 y 2009), incluso tenían todo listo para ver a Motörhead, pero el “chivo” se canceló.
Narciso afirmó que Slayer es como la música de cuna con la que se hicieron grandes, es la esencia de toda la música que escuchan; por eso es que fue enorme su entusiasmo, unas horas antes de que comenzará el concierto.
En las filas era fácil de identificar banderas de otros países como Panamá y El Salvador, de donde también viajaron seguidores.
Tregua. A las 5 p. m., la lluvia dio tregua a los cientos de fanáticos que aguardaban. En ese momento, los rostros de los primeros de la fila era de preocupación y hasta de un poco de desesperación; ellos querían ingresar ya.
A las 5:15 p. m., la puerta vip se abrió y, en poco menos de media hora, ya todos estaban dentro.
Entre el mar de gente que acudió a ver a Slayer estaba Luis Andrés Rojas, herediano de 19 años. Él tiene hipoacusia severa o disminución del nivel de audición, pero escucha gracias a un audífono.
Este fue su primer concierto; él deseaba ir porque deseaba sentir las vibraciones intensas de un concierto de este tipo.
“(Sentir) las vibraciones sonoras es muy placentero, cuando me quito los audífonos siento una fuerza grande. No hay peligro (con el nivel de decibeles) por la hipoacusia severa”, explicó Rojas.