24-06-2011, teatro melico, concierto de Fito Paez/iarauz
Los hermanos Jorge y Andrés Vargas, junto con su amiga Paula Morales, llegaron el sábado desde las 3 p. m. a las afueras del Teatro Popular Melico Salazar.
Ellos encabezaron las filas para lo que sería el primero de dos conciertos que el cantante argentino Fito Páez ofreció el fin de semana en nuestro país.
“Nos vinimos temprano porque nos dijeron que en el segundo piso no es numerado”, explicó Andrés, al tiempo que Paula decía: “Sí, valdrá la pena tan larga espera”.
A las 8:26 p. m., la premisa de la joven herediana comenzó a convertirse en toda una realidad, cuando el sudamericano saltó al escenario y, sin decir mayor cosa, se sentó en el piano para que sus manos comenzaran a generar “magia” musical en un recinto abarrotado.
Minutos antes, desde el punto más alto del teatro se escucharon un par de gritos de “¡Fito!”, y de seguido, el público comenzó a calentar la noche con aplausos a la espera de su ídolo.
Diez minutos sobre las tablas, con un repaso rápido de algunos de sus principales éxitos, bastaron para que los seguidores provocaran un diluvio de palmadas y elogios para alguien que demostró que, en esto de la música, son suficientes 20 metros cuadrados para hacer vibrar a cualquiera.
La presentación incluyó también otros
Pero fue con
El argentino se levantó de su silla, olvidó por un par de minutos su piano y de pie, se dedicó a escuchar al teatro. Al mejor estilo de un director de orquesta, guió a sus
Ya de vuelta en su piano, el sudamericano dedicó las partituras
El teatro se convirtió en lo más parecido a un estadio de futbol.
Todos, en una sola voz, comenzaron a corear el infaltable y muy conocido “Oe, oe, oe, oe... Fito, Fito.... Oe, oe, oe, oe”.
Ya con otro vestuario, Páez reapareció en el escenario para ofrece r un verdadero regalo en suelo tico.
“No me dejan ni respirar,
El silencio se apoderó del lugar y dio paso solamente a la voz de Páez y la letra de
El cantante gestó de esa manera tres minutos inolvidables en la memoria de quienes se había dado cita en el teatro josefino.
Páez no podía irse sin deleitar a sus seguidores con
Al final, una hora y 25 minutos con el también escritor y cineasta fue suficiente para que el público se sintiera más que satisfecho.
“Me gusto todo. Él siempre cumple mis expectativas, es la tercera vez que lo veo”, comentó Julia González, salvadoreña que tiene seis meses de vivir en Costa Rica.
Su compatriota, Francisco Rivas, aseguró que viajó desde su tierra solamente para ver el concierto. “Me impresionó lo de la capela. Supo aprovechar el teatro...”, dijo.